Evangelio según San Mateo 10, 7-14.

lunes, 11 de junio de
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Jesús dijo: Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. No lleven encima oro ni plata, ni monedas,  ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento. Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes. Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies.

 

 

Palabra de Dios

 


 

P. Héctor Lordi sacerdote de la Congregación de San benito 

 

 

Jesús, el Maestro, da a sus discípulos unas consignas, para que cumplan su misión. Son unas consignas misioneras, como qué es lo que tienen que hacer en la misión y cómo deben misionar. Ante todo, lo que tienen que anunciar es el Reino de los Cielos. Esto es lo más importante. Anunciar el Reino de Dios. Y Jesús es el Reino en medio de nosotros. Por eso debemos anunciar a Cristo. El Reino es el proyecto salvador de Dios, que se ha cumplido en Jesús. Además, a las palabras deben seguir los hechos: curar enfermos, resucitar muertos, limpiar leprosos, echar demonios. Son signos claros que el Reino ya llegó.

 

Los enviados de Jesús deben actuar con desinterés económico, no buscando su propio provecho, sino dando gratis lo que han recibido gratis. Esto es la llamada «pobreza evangélica»: que no se apoya en los medios materiales (oro, plata, ropa, dinero, alforjas), sino que se apoya solo en la ayuda de Dios. Tenemos que dar gratuitamente lo que Jesús gratuitamente nos dio. Es compartir con alegría. Es la generosidad de la propia entrega, ya que Dios nos ha dado gratis, hagamos lo mismo con los demás. Recordemos que san Pablo no quiso se mantenido por la comunidad, sino que trabajó. Pablo misionaba, pero vivía del trabajo de sus manos que era fabricar carpas.

 

Una cosa importante: confiemos más en la fuerza de Dios que en nuestras cualidades o medios técnicos. Nos irá mejor si llevamos poco equipaje y si trabajamos sin demasiados cálculos económicos y humanos. No nos contentemos con palabras, sino mostremos con nuestros hechos. Siempre llega más el testimonio que las palabras. Por eso hablemos poco y hagamos mucho.

 

No dramaticemos demasiado los fracasos que podamos tener, no tienen que desanimarnos hasta el punto de abandonar la misión. Si en un lugar no nos escuchan, vamos a otro donde podamos anunciar la Buena Noticia, dispuestos a todo, a ser recibidos y a ser rechazados. No debemos olvidar que, en definitiva, lo que anunciamos no son soluciones técnicas ni políticas. Tengamos claro que lo que anunciamos es el Reino de Dios. Es el Reino que Dios inauguró con la llegada de Jesús. ¿Cómo descubrimos el Reino de Dios? Por los signos lo reconoceremos. Donde hay paz, alegría, justicia, amor, unidad y solidaridad: ahí ya ha llegado el Reino de Dios.

 

 

Oleada Joven