Dijo Jesús a sus discípulos:
Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero.
Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido?
Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!
No se inquieten entonces, diciendo: ‘¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?’. Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción.
Palabra de Dios
P. Gustavo Gatto sacerdote de la Diócesis de Villa María
En tiempos de consumismo, de individualismo, dónde nos preocupamos más por lo que tenemos, por los logros y por nuestra imagen.
El evangelio de Jesús, nos invita a confiar en la plaza y a no tener el corazón dividido, no se puede servir a dos Señores, dice Jesús.
Hay que buscar el reino de Dios, su justicia y todo lo demás se nos dará por añadidura.
Una invitación desafiante y hermosa del evangelio; Poner nuestro corazón en Dios y en el Reino. Que nuestra preocupación más onda, más profunda, que nuestra motivación de todo lo que hacemos , sea que el reino de Dios sea cada vez más presente en nuestra historia y en nuestro mundo. Para que podamos gozarlo definitivamente en la plenitud del Reino de los cielos.