Evangelio según san Mateo 13,54-58

jueves, 2 de agosto de
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En aquel tiempo fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: «¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?» Y aquello les resultaba escandaloso. Jesús les dijo: «Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 

 

 


 P. Matías Burgui, sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca.

 

 

 

Junto con toda la Iglesia compartimos hoy un pasaje del evangelio según san Mateo, capítulo 13, versículos del 43 al 58. Vemos que el Señor va a predicar a su pueblo, al lugar donde creció, donde están los suyos, y a ellos se les hace difícil aceptarlo. La clave de la Palabra de Dios para este día es despertar en vos el testimonio entre los más cercanos. Meditemos algunos puntos:

En primer lugar, el testimonio siempre cuesta.

Esa frase tan fuerte de Jesús: “un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia”. Cómo cuesta dar testimonio, eh. Primero en la casa de uno, primero entre los más cercanos, primero entre los allegados. Y es la realidad de cada día, cuesta, se nos hace difícil el camino. Uno como papá, como mamá, los hijos, como estudiante en el colegio, en la facultad, en el trabajo, en la parroquia. ¿Por qué pasa esto? Porque nos conocen, la gente que vive y comparte nuestro andar cotidiano sabe de nuestras limitaciones y a veces nos conocen mejor que nosotros mismos, saben dónde nos hemos equivocado. Nuestros amigos más cercanos nos conocen mucho. Lo importante es no dejarse intimidar por estos juicios, sino más bien confiar en lo que Dios va pidiéndote de a poco. Por eso preguntate: ¿Te está costando ser testimonio vivo de Jesús entre los tuyos? Acordate que dar testimonio no es contar lo que vos hacés por Dios, sino lo que Él hizo por vos. No es ponerse de modelo, sino ser ayuda para los demás.

En segundo lugar, que no te coman los prejuicios.

Si dar testimonio es difícil, vivir sin prejuicios lo es mucho más. Fijate lo que le pasaba a estos conocidos de Jesús, se llenaron de prejuicios. Estaban cerrados y no podían ver la obra de Dios en Él. Es decir, vivir con prejuicios no es fijarte tanto en lo que se dice, sino más bien en el que lo que dice. Quien vive en el prejuicio, no se deja sorprender por Dios y cae en una vida de encierro, donde lo único que vale, es lo que él dice. Por eso, hoy ¡anímate a confiar! Aunque te hayan defraudado, aunque te hayan lastimado, hoy date una oportunidad para dar una oportunidad. Pensá en todo lo que te estás perdiendo por no conocer al otro. Que Dios te ayude a confiar.

Por último, reconocer siempre es posible.

Es lindo ver lo que pasa cuando uno cambia, qué lindo es pensar que hay un antes y un después, que uno ha encontrado una respuesta de fe, que uno empezó a cambiar de vida. Claro que no es algo de un día para el otro, es un proceso, uno tiene que ir trabajando la conversión diariamente. La conversión tiene que ver con el ir encontrando la presencia de Dios, de un Dios que te sale al encuentro. Mirá, el Señor te puede dar miles de señales en tu vida, pero si te quedás con el corazón duro, nunca va a poder hacer milagros en tu corazón. Es lo que le pasaba a los parientes y conocidos de Jesús. Creían que a Dios ya lo conocían, que no podía haber nada nuevo, nada afuera de sus esquemas. En el fondo, más que creer en Dios, se habían armado un Dios a su medida, un Dios que podían controlar. Por eso Jesús no puede hacer muchos milagros, porque les faltaba fe. Hoy te presento a la fe como esa capacidad de ver la vida con los ojos de Dios, con los lentes de Dios, como esa capacidad de mirar todo en esta clave. Por eso, si hoy andás con alguna duda de fe, acordate que eso no es pecado, lo que habría que revisar es si de verdad estás haciendo algo para hacer crecer esa fe en tu vida con la ayuda de Dios. Que tu oración de hoy sea un “creo, Señor, pero aumenta mi fe.”

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén.

 

Oleada Joven