Evangelio según San Lucas 9, 46-50

viernes, 28 de septiembre de
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En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: «El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande». Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes».

 

Palabra del Señor

 

 

 

 


P. Héctor Lordi sacerdote de la Orden de San Benito del Monasterio de los Toldos

 

 

 

Los discípulos estaban en otra cosa. Estaban discutiendo quién era el más importante. No han captado el mensaje de Jesús, no entendieron nada. El camino que propone Jesús es la humildad y no la soberbia de querer ser el más importante. A todos nos encanta subirnos al podio de los campeones. Pero no es lo que precisamente nos propone Jesús. Jesús tuvo que tener mucha paciencia con sus seguidores. Iban madurando poco a poco, como nos pasa a nosotros. Tampoco nosotros hemos entendido mucho la enseñanza de Jesús. El se pone como ejemplo de servicio. Toda su vida fue servicio, y espera lo mismo de nosotros los cristianos, que somos sus seguidores. Y nos enseña poniendo un niño de modelo como el más importante. Y el niño, en la sociedad de su tiempo, no era tenido en cuenta. Era despreciado como pasaba con la mujer. No se los valoraba para nada. Era el miembro más indefenso de la sociedad, el menos valorado, y es curioso, precisamente a ése lo pone Jesús como modelo. Nos indica así el camino de la infancia espiritual, es el camino de la pequeñez y de la humildad.

Pero hay otro episodio. El apóstol Juan siente celos de que haya otros que echaban demonios en nombre de Jesús. Pero Jesús lo corrige, y le dice: “no se lo impidan porque el que no está contra ustedes, está a favor de ustedes”. Podemos preguntarnos: ¿Cómo tenemos nuestro corazón? ¿Sabemos alegrarnos de los éxitos de los demás, o más bien tenemos envidia cuando vemos que otros tienen algún éxito? Si tenemos envidia debemos ir corrigiendo este mal sentimiento.

Lo fundamental es que el Reino de Dios vaya llegando a todas las personas. Lo importante no es que se hable de nosotros, sino que se hable de Jesús. No se trata de “quedar bien”, sino de “hacer el bien”. También los otros, los que no son de los nuestros, nos pueden enseñar. Pero para eso tenemos que respetarlos, valorarlos y ser humildes para recibir sus enseñanzas. Si buscamos los primeros lugares, y sentimos celos de los que hacen el bien, es señal de que todavía tenemos mucho que crecer y madurar.

 

Oleada Joven