Jesús, te entrego mis ojos para tener una mirada de misericordia, para poder reenfocar cuando me pierdo entre las cosas del mundo.
Te entrego mis manos para acariciar con ternura, para poder moldear, construir y hacer.
Te entrego mis pies para que me hagas caminar hacia los que están alejados de vos acortando distancias y así ser un misionero incansable.
Te entrego mi voz, para hablar dulcemente, para contarles a todos sobre vos, para ser un vocero de alegría y esperanza en medio de las tristezas.
Te entrego mi fe, para que la fortalezcas y se vuelva inquebrantable.
Te entrego mi corazón para que lo recargues de tu amor infinito y le enseñes a amar a tu manera.
Te entrego mis dones, que vos me regalaste desde el momento en que fui bautizado, para que sean un camino de llegada a mis hermanos y a tu Padre.
Te entrego mi juventud, para que la hagas luz, picardía, acciones, servicio y entrega.
Te entrego esto que soy, para que vos seas el encargado de moldearme, de renovarme la mirada, los sentimientos.
Quiero amarte y amar al prójimo, pero solo no puedo. Te entrego todo, Jesús, porque vos y solo vos haces nuevas todas las cosas.