Señor, tantas veces se me pasa la vida corriendo,
de aquí para allá,
queriéndole ganar tiempo al tiempo
para meter más “cosas” y actividades en la agenda.
Y tu invitación es clara: el llamado es a Amar.
Amarte y amar a los demás.
Amar con toda la mente, con toda el alma,
con todo el corazón.
Amar con todo lo que tenemos.
Que hoy pueda volver a experimentar
tu Amor inmenso por mí,
inexplicable e inmerecido.
Y que desde ese Amor pueda amar y amarte.
Amar en cada una de mis actividades,
en el estudio y en el trabajo,
en el encuentro fraterno con quienes comparto la vida.
Amar y amarte en todo. Con este amor, pobre,
pero no por ello menos valioso.
Amar con todo lo que puedo y tengo.