Señor, todos te buscan.
Te buscamos de manera consciente,
y te buscamos aún sin saberlo.
Te buscan los que rezan con palabras y de corazón,
y los que no saben hacerlo;
los que gozan y los que sufren.
Te buscan quienes claman desde su soledad,
quienes lo hacen en drogas y en evasiones.
Te buscan, incluso, quienes dicen odiarte o no creer.
Todos te andan buscando.
Todos te buscamos,
y eso nos hace humanos.
No permitas que nos conformemos,
que dejemos de buscarte,
que se apague el deseo, de vos y de tu voluntad.
Tenemos hambre y sed de vos, Señor,
de salud,
de justicia,
de trabajo,
de dignidad.
Hambre de sentido,
sed de “algo más”.
Todos te buscan.
Salinos al encuentro. Dejanos encontrarte, para seguir buscándote.