¿Quién se ocupará de ella?

viernes, 12 de octubre de
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Caminamos una cuadra y observamos de lejos su mirada perdida en la inmensidad del Pacífico; nos atrevimos a acercarnos. El viento, el frío y el paisaje invernal de Porvenir acompañaban y se colocaban en sintonía con el dolor de nuestro amigo. Entumido por el frío, con sus manos en los bolsillos y sus ojos llenos de tristeza comienza a conversar; su esposa se había ido y no sabía nada de ella: “se fue hace dos días y aun la estoy esperando, espero que esté bien, pero es la droga la que le hace hacer estas cosas”. 

 

Dios otra vez nos sorprende, nos atrapa y nos desconcierta con su obrar y su amor. Don Pedro nos había confiado su pena más grande, la que tanto le duele, su cruz más pesada que muchas veces le es imposible cargar solo. Él y su esposa dejaron todo donde vivían, para que ella pudiera comenzar una “nueva vida”. “Decidí venirme para ayudarla, para que pueda salir de su vicio, perdí todo lo que tenía, pero si la dejo, ¿quién se ocupará de ella?”. 

 

Este corazón tan puro sí que sabe amar, amar sin prejuicios, conoce muy bien la medida del amor, que es amar sin límites. 

 

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