¿Recuerdan a Cristo de la calle, que “apareció” en una pared? Bueno, el otro día pasé y ya no estaba…
Intrigada por conocer su historia, me acerqué a hablar con el hermano cartonero que suele estar en esa esquina… Y le pregunté si él sabía algo de ese Cristo.
Y si, como lo había imaginado, él fue quien lo encontró en la basura, lo “rescató” y lo puso allí…
Me contó su historia de vida: su nombre es Pablo, tiene 64 años,15 hijos y 37 nietos. Él trabaja como cartonero hace 30 años, y es presidente de la cooperativa. Por lo que me contó, le encanta su trabajo.
Aunque no lo crean, factura lo que trabaja, hace los aportes para la jubilación y tiene obra social. Aunque el año que viene podría jubilarse, no cree hacerlo, ya que aún se siente muy capaz de seguir trabajando.
Me dijo que él lo encontró en la basura y lo puso ahí, para que lo ayudase y bendijera. Él es católico, y dijo que Dios siempre lo ayuda, aunque a veces lo castiga. Yo me apresuré a decirle que Dios no castiga, qué por qué él decía eso…
Fallecieron 6 familiares en el último año, y uno de sus yernos está en terapia intensiva ahora…
No pude decirle más nada. Callé. Entendí a lo que se refirió con “castigo”.
También me dijo, muy orgulloso que ellos cuidan más el medio ambiente que cualquiera. Es cierto.
Me contó sobre sus hijos, que todos estudiaron y se recibieron del secundario, que él nunca dejó que les faltase nada… Hablaba muy entusiasmado, contento, le encanta lo que hace. Nunca me hubiera imaginado esa historia.
Y Cristo ya no está en la pared, pero sé que sigue estando en esa esquina, en el corazón amable de Pablo, nuestro hermano cartonero.