Alicia, nos “timbra” (nos llama) muchas veces para contarnos que está cansada de pasar tanto tiempo buscando los medicamentos para curar sus heridas, ella nos conoce muy bien y sabe que no estamos aquí para regalarle el medicamento (por más que quisiéramos) pero sigue llamando y con el tiempo hemos entendido que ella busca algo más.
Al teléfono tengo tan pocas posibilidades porque no puedo brindar ni un gesto, ni un movimiento, ni un abrazo que me permita consolarla, me encuentro solamente escuchando atentamente. Pero esto no es nada sencillo, podría pasar por alto sus lamentos, pensar que es algo que dice todo el tiempo, que interrumpe mis otras cosas, podría anteponer mi cansancio y no escuchar, tratar de solucionar sus dificultades con mis propias ideas o incluso terminar la conversación lo más rápido posible. Pero Alicia me ayuda a comprender que en cada “timbrazo” (llamada) puedo tener un encuentro, una gracia, que puedo acoger o rechazar.
Extracto de la carta de Marcela, en misión en el Punto Corazón de Cuba