Vas ablandando, Señor,
la dureza enquistada
salís a mi encuentro
estirás tu mano
justo cuando pensaba huir
Es tal tu delicadeza,
vas uniendo pedazos
para recobrar mi imagen original
esa que pensaste desde siempre
y que la vida y yo misma
nos hemos encargado de distorsionar
Vas, Señor, ablandando esta fruta
entre miradas, gestos y cotidianidad.