Evangelio según San Marcos 7,14-23.

martes, 7 de febrero de
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Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!”.

Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola. El les dijo: “¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo, porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados?”. Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos.

Luego agregó: “Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.

Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre”.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 


 

P. David Pintos

 

 

 

El Evangelio de hoy nos lleva a echar una mirada sobre nuestro interior. Muchos de los males que padecemos y que nos hace estar en conflicto con nosotros mismos y con los demás son las cosas que provienen de nuestro interior, que provienen del corazón del hombre. Así nos lo dice Jesús en el Evangelio “las malas intenciones, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, avaricia, maldad, engaños, deshonestidades, envidia, difamación, orgullo, desatino… todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre”.

Una larga lista de cosas concretas y claras nos tira Jesús y que no podemos hacernos los desentendidos. Muchos se preguntan, muchos nos preguntamos porque hay tanto mal en el mundo, porque tanta violencia, porque tanta pobreza y desigualdad… la Palabra de Dios nos da una respuesta: el interior del hombre.

Es por eso que hasta que el hombre no cambie el corazón, no convierta su interior para Dios y para el bien sufrirá los males que él mismo se provoca.

¿Cómo está mi interior? ¿De qué está lleno mi corazón? “De la abundancia del corazón habla la boca”. El Evangelio de hoy también nos invita a estar pendientes de nuestras palabras, de nuestros actos también que reflejan nuestra interioridad.

Hay que cuidar bien de nuestra interioridad, hay que protegerla como el lugar más sagrado que tenemos y que tiene que estar lleno de Dios.

En este día le pidamos a Dios por nuestra interioridad que no esté llena de cosas malas, sino solo de cosas buenas. Pedir por la conversión del corazón del hombre. Podemos pedir esa gracia al Señor repitiendo todo el día una jaculatoria muy linda que nos ayudara siempre a cuidar nuestra interioridad: Jesús, manso y humilde de corazón, has mi corazón semejante al tuyo.

Que tengan un dia muy bendecido.

 

Radio Maria Argentina