Evangelio según San Mateo 20, 17-28.

martes, 14 de marzo de
image_pdfimage_print

Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo:  “Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte  y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará”.

Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.  “¿Qué quieres?”, le preguntó Jesús. Ella le dijo: “Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”.  “No saben lo que piden”, respondió Jesús. “¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?”. “Podemos”, le respondieron.

“Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre”.

Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.  Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.  Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;  y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo:  como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.

 

Palabra de Dios

 

 

 

 


P. David Pintos 

 

 

 

 

Buenas querida Comunidad ¿Cómo vamos viviendo la Cuaresma? ¿Ya nos adentramos de lleno este tiempo? O ¿todavía estamos distraídos? Les recomiendo que se metan a fondo cuanto antes porque este tiempo no tiene desperdicio, nos hará muy bien en la vida. Precisamente el Evangelio de hoy nos ayuda a ver lo esencial de este tiempo: que Jesús vino al mundo para librarnos de la muerte para darnos la vida eterna, nuestra vocación última.

Jesús decididamente asumió su misión de sufrir por nosotros, ser condenado y crucificado por nuestros pecados, y después morir para resucitar y darnos la vida eterna. Jesús, abriéndoles su corazón a los discípulos, les iba contando en el camino lo que iba a pasar. Pero los Discípulos estaban muy distraídos por sus egoísmos y ansias de poder o privilegios, tanto es así que no escuchaban a Jesús y estaban en otra. Nosotros hoy también podemos estar distraídos como los discípulos, nosotros también debemos tener un corazón egoísta y no hacer cosa a las enseñanzas de Jesús. Y que triste eso, Jesús abriendo su corazón hablándonos y nosotros distraídos. Debemos tener cuidado con eso porque muchas veces alguien querrá contarnos algo, seguro que alguien cercano querrá abrirnos su corazón para compartirnos algo sagrado y nosotros, faltándole el respeto, somos egoístas y estamos encerrado en lo personal de cada uno. En la realidad en donde estamos y vivimos cuanto cambiaria para bien si aprendemos a prestar atención y escuchar de verdad cuando alguien quiere hablarnos o abrirnos su corazón.

 

Aprendamos a escuchar de corazón al que quiera compartirnos su vida, sus problemas. Asi ayudaríamos y seremos instrumentos de paz y fuerza concretamente para aquellos que lo necesitan. ¿Cuándo alguien quiere o nos cuenta algo importante ¿Cuál es mi actitud? ¿Escucho sinceramente? O no le tomo importancia y me distraigo sólo en mis cosas?

En estos días de Cuaresma pongamos en práctica el apostolado de la escucha. Prestemos nuestros oídos para aquellos que lo necesitan. Esto será un buen servicio que podemos realizar y que nos hará un buen servidor como nos pide Jesús también hoy en el Evangelio. En este tiempo de Cuaresma dejemos de lado nuestras distracciones y egoísmos; y escuchemos de verdad a Dios y a todas las personas que nos quieran confiar algo desde su corazón. Que Dios nos conceda la gracia de la escucha atenta. Amen.

Que Dios los bendiga a todos.

 

Radio Maria Argentina