Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”.
Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.
Palabra de Dios
Queridos amigos de Oleada Joven, en el evangelio que acabamos de escuchar, Jesucristo se presenta como el pan vivo bajado del cielo, el verdadero alimento que nos regala la vida eterna.
Podemos preguntarnos en el día de hoy: ¿Con qué frecuencia nos acercamos al sacramento de la Eucaristía? ¿Participamos de la misa y nos alimentamos con Jesucristo?.
Este alimento es para hacer obras de bien, obras de caridad, este alimento nos permite amar más a nuestros hermanos.
¡Vivo por el Padre, dice Jesús! Y justamente, esa es nuestra misión, poder hacer la voluntad de Dios cada día.
El alimento de la Eucaristía es el que nos permite acercarnos más al Padre y poder vivir entonces, así la caridad con nuestros hermanos.
Pidamos al Señor, la Gracia en este día de poder reconocerlo a Jesucristo vivo y presente en la Eucaristía