En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron llenos de gozo y dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”.
El les dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”.
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: “¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!”.
Palabra de Dios
P. Gustavo Gatto sacerdote de la Diócesis de Villa María
Hoy 7 de octubre, nos unimos a todas las comunidades que celebran a la Virgen del Rosario. Le pedimos a María que interceda por nosotros, que nos cuide y nos proteja.
El evangelio de hoy , es una invitación a la alegría de ser amigos de Jesús; a la alegría de poder anunciar su nombre y es una invitación a la gratitud, porque el Señor nos ha revelado los secretos del corazón del Padre.
Solo los pequeños de corazón pueden recibir los secretos del Padre y anunciarlo con alegría.
¡Que tengan un hermoso día de la Virgen y un bendecido fin de semana!