Evangelio según San Lucas 2,16-21

viernes, 29 de diciembre de
image_pdfimage_print

Los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. 

 

Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. 

 

Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido. 

 

Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Angel antes de su concepción. 

 

 

Palabra de Dios

 


 

P. Héctor Lordi sacerdote de la Orden de San Benito del Monasterio de los Toldos

 

 

 

Hoy celebramos a María como la Madre de Dios, ella es la madre del salvador, es la madre de Jesús, y como Jesús es Dios es la Madre de Dios. En griego se dice la “Theotokos”, la Madre de Dios. Es María la Madre de Dios pero al mismo tiempo hace muy cercana a nosotros y es Madre de la Iglesia, Madre de los creyentes y de todos nosotros. Ella nos cuida, nos protege y nos lleva de la mano hacia Jesús, nos muestra el rostro tierno de Dios. Sin ella la Iglesia seria incompleta, le faltaría la calidez y la ternura de una Madre. Sería como una familia sin la mamá. Ella nos aglutina, nos da ternura y nos lleva hacia Cristo.

 

En el Evangelio de Lucas se nos presenta el nacimiento de un niño pobre, tan pobre que le cierran las puertas de la posado done quería nacer y tuvo que nacer en un establo en medio de los animales. José y María obedientes al censo de Augusto fueron a inscribirse a Belén y allí le llegó a María el tiempo de dar a luz. Fueron enseguida a un albergue, pero, como pasa con los pobres, no hay lugar para ellos y le cierran las puertas. Pero a un nacimiento nadie lo puede parar, más si se trataba del nacimiento del mismo Hijo de Dios. Así nace “a lo pobre” entre el olor de los animales. María lo acostó en un pesebre, esto está indicando la gran pobreza. El lugar donde comían los animales lo usó de cuna. Pero dice el texto que lo envolvió en pañales, que como toda mamá que está por nacer su chiquito tiene preparado. Los pañales indican que detrás está el cariño y el cuidado de la Madre. O sea, pobre pero con dignidad.

 

Los pastores representan a nuestro pueblo pobre, a los humildes, que son los preferidos de Dios. Están en búsqueda del niño Dios, se ponen en camino, nos enseñan a estar siempre en movimiento y salir a buscar al Señor. “¡Vayamos a Belén y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado!” Así fueron rápidamente. Hay un peregrinar de búsqueda, nos enseñan ese dinamismo de dejar nuestra comodidad para buscar al Señor, quieren ver el gran acontecimiento: Un Dios que se hace bebé y viene a salvarnos. Tienen fe y van en búsqueda para encontrar lo que el Señor les había anunciado. ¿Qué es lo que les había anunciado? Que ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Además reciben una señal, “Encontraran a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre” La señal es un niño en pañales porque está el amor de una madre que lo cuida pero que es muy pobre porque nace en un comedero de animales, en un pesebre. Allí encuentran al bebé y ese bebé es nada menos que el salvador, el Hijo de Dios, el Emanuel, el Dios con nosotros.

 

El clima de alegría, un bebé alegra el corazón, alegra la familia y el hogar. Los pastores comparten lo que habían oído sobre el niño, que ha nacido un Salvador que es el Mesías, el Salvador. Dios se revela a los pobres, humildes y sencillos. Los pastores eran gente pobre por eso Dios se les revela y les transmite que el niño es el Salvador, es el Mesías, el Salvador. Todo eso lo comparten y lo ven con sus ojos. Y luego de esa profunda experiencia regresan alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, van compartiendo las maravillas de Dios, no se lo guardan para sí sino que comparten la alegría de Dios hecho bebé que viene a Salvarnos. Se convierten así en evangelizadores, en transmisores de una alegre noticia.

 

Hagamos lo mismo que los pastores que con alma de pobres nos pongamos en camino saliendo al encuentro con el Salvador y desde una experiencia gozosa vayamos a transmitirlo saliendo a la calle para compartir la alegría del Evangelio. La alegría de que Jesús está en medio de nosotros y vino a traernos la Salvación. Esta gracia de ser alegres, portadores de la Buena Noticia es lo que le pedimos a Dios en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Oleada Joven