Y, al mirar para atrás, descubro que muchas veces me cuesta confiar y creer, aún cuando en la propia vida la providencia y el amor de Dios se haya manifestado numerosa veces. Como si no alcanzara el propio recuerdo de todo lo regalado por el Padre.
Por eso, descubro, que vivir la Cuaresma una vez más, es un tiempo de volver a pasar por el corazón todo el bien recibido, y en el silencio repetir: sólo tú Amor y Gracia me basta.
Porque en las preocupaciones, soledades, inquietudes, hay Cuaresma latiendo esperando madurar un “sólo tu Amor y Gracia me basta”; en fin, “Me basta tú Pascua”.