¡De Misionadas a Misioneras!

martes, 7 de marzo de
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Cecilia misionera en Salvador de Bahía – Brasil, nos comparte la alegría de misionar junto a Doña Marcia y Doña Vera, y nos recuerda el llamado a vivir en la confianza al Padre.

 

Quiero presentar a las amigas de los pueblos que visitamos y que comparten nuestra misión, acompañándonos en las visitas, y dándonos a conocer los vecinos que más necesitan de una presencia.

En el poblado de Canta Galo nos acompañan Doña Marcia y Doña Vera, dos amigas que son madres para nosotros. Siempre nos están esperando con un gran abrazo y con alguna cosa para compartir antes de salir a caminar las calles de ese pueblo tan lindo, donde se respira aire de familia, de amistad.

Doña Marcia está descubriendo nuestro apostolado, descubriendo el sentido de visitar a las personas que visitamos. Al comienzo pensaba que sólo era visitar personas enfermas, luego comprendió que nuestra misión es vivir la compasión con el hermano que necesita de una presencia, que necesita encontrar a Dios.

 

Un día llegamos a la casa de una amiga de Doña Marcia que pedía una visita porque su papá había tenido un ACV y quería que lo conozcamos. Durante la visita sólo pudimos compartir con el papá unos instantes, porque en ese momento el hijo de ella, quien se había separado de la mujer, había desaparecido, no lo encontraban por ningún lado y nosotros ¿qué podíamos hacer ahí?, ¿cómo podíamos ayudar? Comenzamos a rezar con ella, y con las amigas y tías que habían llegado. Cuando tuvimos que irnos, solo sabíamos que estaba en el campo sin rumbo, y que no quería que lo busque… la mamá desesperada le hablaba y le pedía por favor que volviese, hasta que no pudo comunicarse más.

 

Salimos tristes, pero con fe en Dios, que Él iba ayudar de alguna manera. Al otro día Doña Marcia me estaba comunicando que de noche el hijo volvió a la casa de los padres y se quedó con ellos más tranquilo. ¡Qué grande es el Amor de nuestro Padre Dios, vivir en la confianza en Él, es lo que nos tiene que mantener fieles y en paz!

Realmente estas señoras que dedican su tiempo en acompañarnos, en descubrir este camino, esta misión, son un verdadero regalo.

 

Cecilia D.G.

 

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