A lo largo de nuestra vida acumulamos distintas experiencias positivas y negativas que van dejando un poso en nuestra alma. Cuando son experiencias muy fuertes y muy negativas acaban por determinar nuestra visión de la realidad y opciones de futuro. Si ignoramos estas vivencias negativas se irán anidando y anudando en nuestra alma.
¿Qué hacer con esos nudos que nos empiezan a condicionar y a maniatar interiormente? Para el alma humana es el mismo efecto que si nos ataran de pies y manos. Solos no podemos. Es fundamental reconocer esos nudos, buscar de dónde vienen, ponerles nombre y dejar que Jesús entre a desenredarlos.
Jesús nos dice, que Él mismo es la luz del mundo que viene a iluminar todas las situaciones, hasta las más difíciles y enredadas.
Nos ofrece su amistad para ayudarnos a vivir una vida más plena, libre de nudos y de cargas negativas. La amistad con Jesús nos despierta de nuestros bloqueos. Esa amistad me permite confiar en que Jesús siempre va a venir cuando me encuentre encerrado en mí.
También puedo contar con la ayuda de María, que en su advocación de la Virgen Desatanudos, viene a desatarme y a liberarme con Jesús.
A la Virgen Desatanudos
Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, Tú que con corazón materno desatas los nudos que entorpecen nuestra vida, te pedimos que nos recibas en tus manos y que nos libres de las ataduras y confusiones que nos hostiga el que es nuestro enemigo. Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo, líbranos de todo mal, Señora Nuestra y desata los nudos, que impiden nos unamos a Dios, para que libres de toda confusión y error, los hallemos en todas las cosas, tengamos en Él puestos nuestros corazones y podamos servirle siempre en nuestros hermanos. Amén.
P. Juan Barbudo Sepúlveda en
fragmento de “Señor, desata mis nudos”