4 citas a las que nos invita la Pascua

jueves, 13 de abril de

Para ir preparando el corazón durante la Semana Santa, compartimos una charla del Padre Ángel Rossi titulada: “Encontrar el camino que nos lleva a Jesús”.

 

Prepararnos, convertirnos y caminar hacia el triunfo de la vida resucitada tomando consciencia de todas nuestras muertes y oscuridades. Si es un camino y una peregrinación, si nos ponemos en camino es que hacia algún lado vamos. Estamos citados.

 

Cita con mi conversión

Conversión es dar la vuelta, significa transformar, y alude a regresar a un camino que se había tomando. “A menudo nos pasa que caminamos por sendas equivocadas, entonces Cuaresma nos invita a contemplar nuestros senderos con mayor cuidado.

 

¿Hacia dónde voy? ¿Por qué caminos estoy andando? y preguntarnos si esta senda lleva a destino. Preguntarme si estoy en camino o si estoy estancado. Si vale la pena seguir caminando tal y cual estamos o no. Y si es necesario volver sobre nuestros pasos y encarar por el camino. O también, Cuaresma puede ser el tiempo de confirmación de que venimos bastante bien. 

 

 

Cita con la cruz

No existe la cruz desencarnada, tiene rostro y está encarnada en la misión de cada uno: en la familia, en el trabajo, etc.

 

También en el sufrimiento el hombre es un sujeto que actúa y no simplemente un objeto que padece la cruz que le calló. Por eso el sufrimiento madura únicamente a quienes lo aceptan, a quienes desean madurar, a los que colaboran en su acción, los que participan con lucidez, con inteligencia y con corazón. El sufrimiento madura exclusivamente a aquellos que cooperan, que actúan con él aún en lacerante armonía. No basta haber conocido el dolor, hay que ver qué cara hemos puesto frente el dolor y cómo hemos afrontado aquella experiencia decisiva. Hay dolores en hospitales frente a los cuáles uno tendría que ponerse de rodillas frente a la grandeza, no por el tamaño del dolor, sino por el amor.

 

Hay quien lleva la cruz, ciertamente incómoda, sobre las espaldas sin tantas historias y sobretodo, sin hablar demasiado de ellas. Y hay otros que hacen teatro con la cruz y necesitan kilos de algodón para proteger y mitigar su dureza, entonces son los otros los que tienen que proporcionar el dolor los que llevan la cruz y terminan haciendo sufrir a los otros.

 

El sufrimiento no madura a la persona por un procedimiento automático. Algunos por la cruz crecen y otros, disminuyen, y el sufrimiento en esos casos evidencia crudamente su egoísmo o su infantilismo. En el primer caso se acepta y se ofrece el dolor, y así el dolor se convierte en holocausto y en amor. En el segundo, por el contrario se empalma con las propias tendencias infantilistas y así convierte en mutilación, en tormento para sí y para los demás. En el primer caso el dolor hace de locomotora, empuja a las personas hacia la anchura, al aire libre y estimula a crecer en el amor. En el segundo, la persona se repliega tristemente sobre sí misma. 

 

¿Cómo es tu cruz, una cruz soportada o abrazada? También el sufrimiento, como el amor, implica la capacidad de salir fuera de sí.

 

 

Cita con la alegría

Nos dirigimos como las mujeres en peregrinación a una tumba y se nos confía un encargo: “Lleven esta noticia a los amigos, a los conocidos y a todos los que encuentren. Lleven esta invitación de vida”. Su resurrección es una cuestión de vida y también nosotros participamos de su victoria y estamos vivos gracias al Viviente.

 

Los íconos antiguos presentan a Cristo inclinado sobre un viejito. El viejo es Adán, es el hombre. El Señor se inclina sobre la humanidad envejecida para darle vida, como un día el Señor se inclinó con su soplo sobre el barro. Nuestro anuncio, ¿es un anuncio de vida?. En tiempos de consolación la fidelidad es gozar, y gozar es mucho más  cristiano que sufrir, porque el cristianismo gira en torno a una fiesta y nadie va a una fiesta a sufrir. 

 

El camino de la Resurrección no se puede llevar con los pies arrastrados ni mirando el cielo.

 

 

Cita con la humanidad

El encuentro con Cristo Resucitado siempre nos devuelve hacia la comunidad, nos proyecta hacia las “periferias geográficas y existenciales” como dice el Papa Francisco. Son periferias del dolor, de la soledad, del sin sentido, periferias que tenemos que evangelizar con nuestro gozo.

 

Oleada Joven