Y decía: “El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra:sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga.
Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha”.También decía: “¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo?Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra,pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra”.
Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.
Palabra de Dios
P. Nicolás Retes
Compartimos la Palabra de Dios recién, de este viernes 29 de enero del 2016, se nos va terminando ya este primer mes del año y nos presenta la liturgia de la iglesia católica el tema del Reino de Dios, este Reino de Dios que tiene varias características según la Palabra que acabamos de escuchar recién: Crece sin que uno se de cuenta, crece en lo oculto, crece también en lo pequeño cuando Jesús hace la comparación del Reino con una pequeña semilla, que al principio uno casi no daría nada por esa semilla pero con el paso del tiempo nos damos cuenta que surge una plantita, surge un árbol, un árbol tan grande que ya no se lo puede parar, esa es la fuerza del Reino de Dios, que crece en las pequeñas cosas.
Por eso cada uno de nosotros debiera preguntarse cómo está sembrando. Y sembrar significa todos los días hacer pequeños esfuerzos con la ayuda de Dios, con Su Gracia para encontrarnos con Dios, para tratar de cultivar los valores que nos presenta Su Palabra en el mundo de hoy, para dar el buen ejemplo, para hacer obras de caridad. Para quienes tenemos la gracia de tener la fe católica vivir con los sacramentos que la iglesia católica nos presenta, nos regala. Alimentarnos de esos sacramentos que son fuente de gracia.
En definitiva el Señor nos invita a que podamos hacer crecer Su Reino dando el buen ejemplo, sembrando la buena semilla que Él ha preparado en el mundo de hoy. Y ésto se hace teniendo un corazón fiel, un corazón que todos los días en lo pequeño busque algo más. Ese deseo que ha puesto Dios de lo infinito, ese deseo de eternidad que ha puesto Dios en lo profundo de nuestros corazones es lo que tenemos que seguir cada día para crecer, para superarnos, para no “achancharnos” podríamos decir en las cosas de cada día. No conformarnos solamente con esto, Dios nos invita siempre a dar un paso más, pero no desde el punto de vista de la avaricia, sino del crecimiento espiritual.
Somos humanos, somos limitados, por eso la invitación de Dios a crecer. Sin que nos demos cuenta ese Reino crece: con las buenas actitudes, con el buen ejemplo; ahí está la buena semilla, la Palabra de Dios que crece en nuestros corazones, esa Palabra de Dios que nos ha sido regalada a través de nuestros padrinos de bautismo, de confirmación, a través de nuestros familiares, a través de nuestros abuelos porque muchas veces la fe crece así. La cuna de las vocaciones siempre es la familia. Por eso hoy queremos revalorizar, tener en cuenta cómo está nuestra familia, de quién hemos recibido la fe: abuelos, padres, amigos en la fe. Toda gente que colabora para que el Reino de Dios crezca en nuestra propia vida y que nosotros también lo podamos anunciar.
Rezamos, pedimos especialmente entonces por estos compañeros de viaje: familia, amigos que Dios ha puesto en nuestra vida. Rezamos por ellos, pedimos por sus intenciones y también le pedimos a Dios la Gracia de que no nos cansemos de anunciar Su Reino sembrando siempre la buena semilla que es Su Palabra , que son las buenas obras.
Fuente: Radio Maria Argentina