Evangelio según San Mateo 8, 5-17

jueves, 23 de junio de
image_pdfimage_print

Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión, rogándole”: “Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente”. Jesús le dijo: “Yo mismo iré a curarlo”.

Pero el centurión respondió: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: ‘Ve’, él va, y a otro: ‘Ven’, él viene; y cuando digo a mi sirviente: ‘Tienes que hacer esto’, él lo hace”.

Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: “Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos”.

En cambio, los herederos del Reino serán arrojados afuera, a las tinieblas, donde habrá llantos y rechinar de dientes”. Y Jesús dijo al centurión: “Ve, y que suceda como has creído”. Y el sirviente se curó en ese mismo momento. Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de este en cama con fiebre.

Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirlo. Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y él, con su palabra, expulsó a los espíritus y curó a todos los que estaban enfermos, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: El tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 


P. Gustavo Gatto Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Villa María

 

 

San Mateo en su evangelio nos presenta a Jesús curando con poder. Al sirviente con el centurión romano, a la suegra de Pedro y a tantos enfermos y endemoniados que le llevaban para que lo sanaran.

 

El poder de Jesús que sana y restaura la vida, tiene una relación directa con la actitud profunda de humildad del centurión romano que dice: “No soy digno de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sacarme”.

 

Solo Dios puede manifestar su poder en las personas humildes de corazón. Solo Jesús puede mostrarnos lo grande que es cuando nosotros nos animamos a mostrarnos pequeños, necesitados, bulnerables, débiles. Aquel de corazón engreído ese no puede ser bendecido por Dios, porque ya se basta a sí mismo.

 

Cómo dice esa hermosa oración <<Solo Dios basta>>

 

Le pedimos al Señor que nos regale la profunda humildad de este centurión para experimentar nosotros también en nuestra vida el poder y la sanación de Jesús.

 

¡Feliz fin de semana!

 

 

Radio Maria Argentina