Evangelio según San Lucas 9, 28b-36

jueves, 4 de agosto de
image_pdfimage_print

Unos ocho días después de decir esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar.Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante.

Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías,que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén.Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él.

Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. El no sabía lo que decía.Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor.

Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: “Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo”.
Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 


P. Gustavo Gatto Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Villa María

 

 

 

Hoy celebramos la fiesta de la transfiguración del Señor. En el evangelio de Lucas podemos descubrir una enseñanza profunda sobre la oración como una experiencia de transfiguración interior de conversión.

 

En la oración nos vamos pareciendo a Jesús y la oración como escucha. La oración no tanto como hablar sino como una disponibilidad a la escucha de Jesús, que es el elegido de Dios y en esa escucha se va transformando nuestro corazón.

 

Cuando podemos rezar de esta manera, tenemos la misma experiencia que los apóstoles.Es verdad que la oración tiene que continuarse en la vida, en el servicio y la misión.¡Que tengas un hermoso fin de semana!

 

 

Radio Maria Argentina