Evangelio según San Mateo 25, 1-13

jueves, 25 de agosto de
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Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes. Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.

 

Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: ‘Ya viene el esposo, salgan a su encuentro’. Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: ‘¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?’.

 

Pero estas les respondieron: ‘No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado’. Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.

 

Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’, pero él respondió: ‘Les aseguro que no las conozco’. Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.

 

Palabra de Dios

 

 

 

 

 


P. Nicolás Retes Sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires

 

 

 

 

 

El evangelio de este viernes 26 nos invita de la mano de Mateo (Mateo 25, 1-13) a estar velando, estar preparados, estar atentos. Muy bien lo dice el texto: “no sabemos el día ni la hora en que va a venir nuestro Señor y Maestro” pero si sabemos, tenemos la certeza que va a volver, va a venir a rescatarnos y ¿qué nos pide?: tener los asuntos arreglados, que cuando Él venga estemos trabajando por Su Reino, que cuando Él aparezca realmente estemos en las cosas de Dios y no en cualquiera.

 

El Señor nos invita a tener aceite en las lámparas, esto es tener obras de caridad, obras de misericordia, esto significa gastar tiempo en hacer el bien.

 

Si por el contrario, al venir el Señor nos encuentra realizando cualquier otra cosa, menos obras de caridad o buscándonos a nosotros mismos, o estando inmersos en el egoísmo, en la tristeza, habiendo perdido la esperanza, eso no es lo que quiere Jesús. Por eso esta parábola es importante para la salvación, para nuestra vida de fe.

 

Tomar conciencia, descubrir cómo estamos viviendo y en qué podemos mejorar .

 

En un momento el texto habla de que les agarró sueño a todas estas jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del Señor y se durmieron. Podríamos pensar en la humanidad entera medio dormida, anestesiada, porque no conoce el día ni la hora preciso en el cual vendrá el Señor, eso nos pasa a todos, pero también es para todos esta parábola, para no bajar la guardia, para estar atentos.

 

Vale la pena todo esfuerzo, con la ayuda de la gracia de Dios para estar prevenidos, para ser prudentes, para no olvidar las palabras que Jesús nos ha dejado, Él va a volver, que te encuentre con tu lámpara siempre encendida, con tu lámpara con aceite, con tu lámpara llena de buenas obras.

 

 

 

 

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