Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola:
“El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo.
Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad.
Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron.
Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno”. Y una vez que dijo esto, exclamó: “¡El que tenga oídos para oír, que oiga!”.
Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola, y Jesús les dijo: “A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender.
La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.
Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar.
Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.
Palabra de Dios
P. Gustavo Gatto sacerdote de la diócesis de Villa María
Te invito a que abras el corazón y juntos reflexiones el evangelio de hoy.
Escuchar la parábola del sembrador, esta vez en la versión de Lucas es siempre es una invitación a preguntarse:
¿Cómo está nuestro corazón recibiendo la palabra?
¿Cómo estamos recibiendo la palabra que Dios nos regala día a día?
¿Cómo estamos personal y comunitariamente de cara a esas bendiciones que Jesús, que es un sembrador generoso, todos los días hace en nuestros corazones?
Es una invitación a revisar que clase de terreno es nuestro corazón. Si es un terreno fértil, dispuesto, si es un terreno abierto a la palabra o si es un terreno cerrado, pedregoso lleno de preocupaciones, de superficialidad.
Si nuestro corazón, quizás esta abarrotado de otras semillas, de otras palabras.
Es un lindo día para preguntarnos: ¿Cómo estamos recibiendo la palabra de Dios y que frutos estamos dando?
¡Que tengas un hermoso fin de semana!