Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado”.
“Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro, tomando la palabra, respondió: “Tú eres el Mesías de Dios”. Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie. “El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”.
Palabra de Dios
P. Nicolás Retes sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires
“¿Quién dice la gente que soy yo?” esta pregunta es la que nos presenta el evangelio de Lucas, capítulo 9, versículo 18 en adelante.
Queridos amigos de oleada joven “¿Quién dice la gente que soy yo?” nos pregunta Jesús. Y esta es nuestra tarea, vivimos nuestra vida interior intentando conocerlo a Jesús y conocernos a nosotros mismos.
“Quien soy yo”, alguien valiente, Pedro, en este texto responde, y responde movido por el Espíritu Santo: “Tú eres el Mesias de Dios” nos va a decir.
Sin embargo, en ese anuncio que hay de la identidad que realiza Pedro y que reconoce Jesucristo, Él agrega algo más, habla de cómo va a ser su muerte, aclara que el Hijo del Hombre, es decir Jesús, va tener que sufrir mucho, sin embargo este mensaje no es totalmente triste, negativo, sino es esperanzador, porque en el fondo termina diciendo que Él va a resucitar. Va a resucitar al tercer día, pero es necesario pasar por la muerte.
Y nuestro misterio cristiano implica justamente la cruz, aunque el mundo de hoy la niega, la esconde, no quiere hablar de ella, no quiere hablar de la muerte, en definitiva todos vamos hacia ella todos tenemos que atravesar por la muerte para llegar a Dios. Y la muerte no tiene la última palabra, el Señor nos invita una y otra vez a confiar, a creer, atener esperanza en Su resurrección.
Todo aquel que tenga fe va a recibir esa resurrección, se va a salvar.
Pero es importante primero morir, pasar, como si fuera el grano de trigo que si no es enterrado, si no muere, realmente no da fruto abundante. Esta es la historia de Jesús.
Y si miramos las Escrituras, como en el texto de hoy, viene anunciando que esto va a ocurrir, que Él tiene que morir, que es necesario pasar por esa cruz, por el sacrificio, sufrir. Pero este sufrimiento no es en vano, es para salvar el mundo, es para salvar a todos, es para salvarte a vos.
Por eso mirando la cruz, le preguntamos hoy al Señor cómo estamos viviendo, si reconocemos al Señor de la vida, si cada vez que vemos una cruz vemos en ella signos e esperanza, signos de resurrección, o nos quedamos simplemente con la muerte.
Signos de muerte hay un montón en este mundo, los vemos a cada rato… sin embargo nosotros los cristianos católicos podemos hacer la diferencia sembrando en este mundo la esperanza de la resurrección que Cristo nos ha prometido.