Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé,Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Palabra de Dios
P. Nicolás Retes, sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Colabora en el equipo de Pastoral Vocacional de Buenos Aires y en la Universidad Católica Argentina
El evangelio de este día viernes 28, queridos jóvenes de oleada joven, nos presenta a lo apóstoles, nos presenta esta elección divina que hace Jesús y este texto se utiliza justamente hoy en la liturgia de los santos Simón y Judas, apóstoles y sin duda nos muestra la predilección que tiene Jesús a elegir a 12 varones para que lo acompañen en su misión de anunciar la palabra de Dios por todos lados. En esta elección de los apóstoles cada uno de nosotros también podemos sentirnos llamados, podemos sentirnos elegidos por Dios, y ya desde el día del bautismo Dios lo ha hecho, nos ha convocado a trabajar en Su reino haciéndonos saber que somos hijos Suyos, hijos del Padre, y por lo tanto nuestra filiación con Dios es algo único, es un gran don, es un tesoro que tenemos que cuidar.
Es tanto el amor que Dios ha regalado, ha derramado sobre nosotros que nos invita a responderle con algo o con un poquito aunque sea de ese amor recibido, para tratar de transformar este mundo, para hacer el bien, para transmitir la palabra, para realmente ayudar a aquel que está pasandola mal, que tiene alguna necesidad, y esa es la tarea de estos apóstoles que elige Jesús,de lo cuales nos da cuenta hoy el evangelio, los eligió no porque tuvieran ellos grandes dones, no porque fueran ellos personas extraordinarias, no porque no fueran pecadores como nosotros, todos tenemos “algo” y Dios lo sabe pero eso no lo ha detenido, al contrario, más allá de nuestras miserias, de nuestras debilidades esa es la misericordia de Dios que se apiada de nosotros y aún sabiendo como somos nos perdona, nos ama, nos quiere y nos envía a una misión.
Esta misión hace que la iglesia se mantenga viva, que pueda crecer día a día con sus hijos, de mano de su hijos, somos entonces instrumentos, instrumentos pobres pero de la Gracia de Dios, y estando Dios presente, estando siempre en su gracia hace que la iglesia pueda avanzar, crecer, brillar, en medio de este mundo que muchas veces tiene tinieblas, tiene tristeza, tiene dolor. Hay tantos corazones que no encuentran la luz para avanzar, que no encuentran el camino… nosotros podemos compartir algo de esa luz que hemos recibido, es nuestra tarea, es nuestra misión, y como si esto fuera poco , hasta vamos a experimentar alegría al poder realmente vivir este evangelio con intensidad, al poder cumplir con el mandato misionero que Dios nos ha dado.
Pidamos en este viernes queridos jóvenes la Gracia de no quedarnos encerrados, la gracia de no escaparnos de nuestra misión, porque ella no sólo nos va a dar felicidad sino que en definitiva se trata de cumplir la voluntad de Aquel que nos ha llamado a cada uno de nosotros por nuestro nombre.