5 grandes santos polacos para conocer mejor

miércoles, 29 de junio de
image_pdfimage_print

Ya llega el mes de julio y peregrinos de todo el mundo empezará o ya emprendió su viaje a Polonia para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud.

 

El papa Francisco desea destacar el carácter de este país en este Jubileo de la Misericordia, centrándose en particular en los grandes santos de la compasión que se criaron entre sus fronteras.

 

Los católicos de Polonia se hanformado en el seno de una cultura profundamente cristiana, dedicada al Sagrado Corazón y consagrada a su Reina, Nuestra Señora de Czestochowa.

 

A través de estas poderosas lentes de fe católica, santa Faustina Kowalska escribió en su Diario, de forma profética: “Mientras rezaba por Polonia, escuché las palabras: Guardo un amor especial por Polonia y, si se muestra obediente a Mi voluntad, la ensalzaré en poderío y santidad. De ella vendrá la chispa que preparará al mundo para Mi venida final (Diario, 1732)”.

 

 

Aunque estas palabras, en general, se pensaba que iban referidas a san Juan Pablo II, su carácter profético se ha hecho realidad en más de una forma.

 

Erigida sobre la esencia de la Iglesia católica y purificada por un crisol de sufrimientos, Polonia ha producido al menos cinco santos que cambiaron el mundo, literalmente.

 

1. San “Hermano Albert” Chmielowski: Posiblemente el menos conocido de los cinco santos, “Hermano Albert” fue el más influyente en la vocación al sacerdocio de san Juan Pablo II.

 

Chmielowski fue en un principio un artista relativamente famoso que había estudiado junto con algunos de los mejores pintores de su tiempo.

 

Sin embargo, aquella vida no le satisfacía y se dedicó al servicio de los pobres. Se hizo miembro de la Tercera Orden de San Francisco y se entregó al cuidado de los pobres y desamparados de Cracovia, al tiempo que vendía sus cuadros con el fin de recaudar dinero para crear un refugio para personas sin hogar.

 


 

 

“Hermano Alberto”, como gustaba ser llamado, llegaría a fundar los Hermanos y Hermanas Albertinos y a establecer hogares para pobres por toda Polonia.

 

Juan Pablo II escribió una obra sobre este santo hombre, con el título El Hermano de nuestro Dios, y dijo de él: “Encontré en él un verdadero apoyo espiritual y un ejemplo, cuando dejó atrás el mundo del arte, la literatura y el teatro para tomar la radical decisión de una vocación por el sacerdocio” (Don y Misterio).

 

2. Santa Faustina Kowalska: Nacida como Helena Kowalska, santa Faustina sintió deseos de consagrar su vida a Dios desde muy joven, pero al principio se le negó su entrada al convento a causa de su pobreza.

 

Después de trabajar como ama de casa durante varios años, se unió a la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia en Varsovia.

 

Kowalska no tardó en ser la beneficiaria de numerosas revelaciones privadas de Jesús en la década de 1930. Le recomendaron que escribiera sus experiencias en un Diario, ¡que acabó con nada menos que 600 páginas!

 

A través de este Diario, el mensaje de Divina Misericordia empezó a extenderse lentamente, lo que condujo a la celebración mundial del Domingo de Divina Misericordia y a la llamada del papa Francisco por un Jubileo de la Misericordia.

 

 

3. San Maximiliano Kolbe: La vida de este hombre santo puede resumirse en una visión que tuvo de Nuestra Señora siendo todavía niño. “Aquella noche pregunté a la Madre de Dios qué sería de mí. Entonces se me acercó sosteniendo dos coronas, una blanca, la otra roja. Me preguntó si estaría dispuesto a aceptar alguna de estas coronas. La blanca significaba que perseveraría en la pureza, la roja, que me convertiría en mártir. Dije que aceptaría las dos”.

 

Kolbe dedicó el resto de su vida a María Inmaculada y fundó un monasterio franciscano para difundir la devoción a Nuestra Señora a través de publicaciones impresas.

 

Durante la ocupación nazi, Kolbe dio refugio a 2.000 judíos en su monasterio, hasta que fue arrestado y enviado al campo de concentración en Auschwitz. En este campo, Kolbe entregó voluntariamente su vida por salvar la de otro hombre. Su ejemplo de amor abnegado continúa siendo una inspiración para el mundo.

 

 

4. Beato Jerzy Popiełuszko: Un sacerdote sencillo que desafió con firmeza al régimen comunista en la década de 1980, Popiełuszko fue una de las figuras más influyentes en Polonia del movimiento Solidaridad.

 

Se enfrentó a las injustas leyes del régimen comunista con la fuerza de sus sermones y sus “Misas por la Libertad”, celebradas mensualmente al aire libre.

 

Sus palabras se hicieron tan populares entre el pueblo polaco que eran transmitidas por Radio Free Europe. Miles de personas asistían a sus misas y su resistencia pacífica contra el comunismo apuntaló las fuerzas de los que luchaban por el cambio.

 

Su oposición no pasó desapercibida y fue asesinado por la policía de seguridad, hecho que causó un clamor nacional.

 

El ejemplo de Popiełuszko mantuvo viva en el pueblo polaco la esperanza por una Polonia libre, una esperanza que se vio materializada unos cuantos años después de la muerte del beato.

 

 

5. San Juan Pablo II: Conocido por muchos como “san Juan Pablo el Grande”, Juan Pablo II ayudó en la caída del comunismo y cambió la percepción mundial del catolicismo a través de su ejemplo de amor y su juvenil pasión. La historia lo mirará como uno de los mayores santos de todos los tiempos.

 

Sin duda, estos cinco santos han aportado mucho más que una mera “chispa”, en efecto, cambiaron el mundo y nos prepararon para la segunda venida de nuestro Señor.

 

 

 

 

Fuente: Aleteia

 

Oleada Joven