Tengo tiempo

sábado, 16 de abril de
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Señor, he salido a la puerta y fuera había hombres:

 

Iban

venían

marchaban

corrían.

 

Las bicis corrían

los coches corrían

los camiones corrían

la calle corría

la ciudad corría.

 

Corrían para no perder tiempo

corrían en persecución del tiempo

para atrapar el tiempo

para ganar tiempo.

 

Hasta luego, Señor, excúsame, no tengo tiempo.

Volveré a pasar, no puedo esperar, no tengo tiempo.

Termino esta carta porque no tengo tiempo.

Me hubiera gustado ayudaros pero no tenía tiempo.

Imposible aceptar, me falta tiempo.

No puedo reflexionar, no puedo leer, me veo desbordado, no tengo tiempo.

Me gustaría rezar, pero no tengo tiempo.

 

Tú comprendes, Señor, no tienen tiempo.

De niños tienen que jugar y no les sobra tiempo; luego… más tarde.

De chiquillos tienen que hacer sus deberes, no tienen tiempo; luego.

En el bachillerato tienen sus clases y tanto trabajo, no tienen tiempo… más tarde.

De jóvenes hacen deporte, no tienen tiempo; más tarde.

Recién casados tienen su casa, tienen que arreglarla, o tienen tiempo… más tarde.

Ya padres de familia tienen sus críos, no tienen tiempo… más tarde.

De mayores enferman y tienen que cuidarse, no tienen tiempo… más tarde.

Ya están agonizando. No tienen… ¡Demasiado tarde!

¡Ya nunca tendrán tiempo!

 

Así los hombres corren persiguiendo el tiempo, Señor,

pasan sobre la tierra corriendo

apresurados

atropellados

sobrecargados

enloquecidos

desbordados

y no llegan a nada jamás, les falta tiempo,

a pesar de todos su esfuerzos, les falta tiempo,

les llega incluso a faltar un horror de tiempo.

 

Oh, Señor, Tú has debido equivocarte en tus cálculos,

hay un error general,

las horas resultan demasiado cortas

los días se hacen demasiado cortos

las vidas son demasiado cortas.

 

Y tú, Señor, que estás fuera del tiempo, sonríes al vernos batallar con él.

Tú sabes lo que te haces,

Tú no te equivocas cuando distribuyes el tiempo a los hombres,

Tú das a cada uno el tiempo justo para hacer lo que quieres que haga.

Pero no conviene perder tiempo

malgastar el tiempo

matar el tiempo

pues el tiempo es un regalo que Tú nos haces

pero un regalo fugitivo

que no se puede meter en una lata de conservas.

 

Señor, sí, tengo tiempo,

tengo todo el tiempo mío,

todo el que Tú me das

los años de mi vida

los días de mis años

las horas de mis días

todas enteras y mías.

 

A mí me toca llenarlas, tranquilamente, con calma

pero llenarlas bien enteras, hasta los bordes

para luego ofrecértelas y que de su agua desabrida

Tú hagas un vino generoso como hiciste en Cana para las bodas de los hombres.

 

Por eso esta noche, Señor,

no te pido el tiempo de hacer esto y aquello y lo de más allá,

te pido solamente la gracia de hacer bien a conciencia lo que Tú quieres que haga en el tiempo que Tú me das.

 

Michel Quoist, en “Oraciones para rezar por la calle

 

Juan Francisco Suarez