La reacción de los discípulos es inmediata y tremendamente lógica, además de sincera: “Pero Señor no tenemos nada más que 5 panes y dos pescados”. Y el Señor los desconcierta: Tráiganlos, háganlos sentar en grupos de 50. Eran alrededor de 5 mil hombres. Y a continuación el milagro: los panes y peces bendecidos y entregados a los discípulos que se multiplican entre sus manos con abundancia de Dios.
Esta queja mediante la desproporción a la misión recibida y mis fuerzas, entre las multitudes hambrientas y mis poquitos panes y peces, recorre toda la historia de la salvación y la nuestra. Es la desmesura del evangelio.
Y hoy nosotros somos llamados a vivir esta desmesura: la del amor a los más pequeños, la desmesura de la búsqueda incesante de la oveja perdida, la desmesura de la misericordia del papá del hijo pródigo, del perdonar setenta veces siete y sin condiciones. La desmesura de echar una vez más las redes cuando todo parece inútil…. la desmesura de ofrecer los poquitos panes y peces para lo que Dios quiera. La desmesura de sembrar empecinadamente aunque gran parte caiga al borde del camino, del de acompañar dos kilómetros al que nos pidió que lo hiciéramos por dos cuadras; la desmesura de bajarnos del caballo al tirado a la puerta de la ciudad y llevarlo hasta la posada y preguntar por él a la vuelta cubriendo los gastos nosotros. Es la desmesura de agacharnos y lavar los pies heridos al que Dios puso al lado nuestro, de vivir con una sola túnica y un par de sandalias…. Es la desmesura, en definitiva, de dar la vida por los amigos.
P. Julio Merediz
fragmento del Día 20 de Ejercicios Ignacianos
transmitidos en el 2013 en Radio María Argentina