Caminás conmigo

miércoles, 31 de marzo de
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Lc 24, 13-35: ContemplarTe y contemplarme

Iban con paso cansino, arrastrando en los pies la desilusión de lo que no fue. Se les unió Jesús a la marcha y no lo reconocieron. Su compañía fue consuelo y ánimo para sus miedos. Hizo ademán de irse mas se quedó cuando se lo pidieron. En la mesa, guardó pan para darle a sus hermanos y luego partió el pan para los allí presentes y dijo: “Coman y repartan ustedes también.” Se les abrieron los ojos. Lo reconocieron pero ya no estaba allí.

Los discípulos de Emaús se desilusionan porque no saben esperar en Vos, los mata la impaciencia y en el fondo la falta de confianza en la promesa. Jesús iba con ellos, caminaba a su lado, escuchaba sus penas, conocía sus miedos y los animaba. Por un momento amagó con irse, quizás tan solo para ver la reacción de los discípulos. Ellos, tan a gusto con él, le pidieron que se quedara. Y él así lo hizo. Entró, se sentó a la mesa, pensó primero en otros, dio el ejemplo, y luego partió el pan a los discípulos y los invitó a hacer lo mismo.

Soy yo esa que hoy arrastra en los pies un par de desilusiones y que con la cabeza gacha lamenta su falta de confianza en la promesa que un día me puso en camino, la que condujo la búsqueda y llevó a tantos Encuentros.

Hoy también caminás conmigo. Dame la gracia de reconocerte. Que sepa yo también dejarme consolar cuando me pesa la vida, cuando soy esclava de mis propias expectativas.

Quédate, Señor, también conmigo y en mí. ¿No ves que ya no sé cómo se hace para andar sin Vos? Tu Presencia es la que le da hondura a mis días. Sin Vos el tiempo es tiempo muerto.

Enséñame a pensar primero en mi prójimo como enseñaste a tus discípulos. Que yo también como de tu pan de Vida y me reparta sin escatimar. Abre mis ojos, que sepa reconocerte cuando aún te tengo al frente. Conmueve mis entrañas. Dame tu mirada y un corazón de carne que se gaste en la apuesta por tu promesa.