Capitulo 1: “Si has perdido el vigor interior y los sueños, ante ti se presenta Jesús y te exhorta: «Joven, a ti te digo, ¡levántate!»

jueves, 13 de junio de

¡Hey hey! ¿Cómo va todo? ¿Ya leíste el primer capítulo de la carta que nos escribió el Papa Francisco?, es más, ¿leíste el articulo en el que te invitaba a leerla, recordándote que las primeras palabras son Cristo vive y te quiere vivo? Si tu respuesta es sí, sigue leyendo. Si tu respuesta es no, te advierto que te daré algunos spoilers, pero puedes seguir leyendo, quizá después de leer, te animas y la lees.

 

¡Cristo vive y te quiere vivo!

 

Como ya te decía, hoy quiero hablarte del primer capítulo de Christus Vivit. Después de los primeros cuatro números, que podemos definir como la sinopsis o el tráiler, Francisco nos muestra qué dice la palabra de Dios sobre los jóvenes. En resumen, nos presenta una galería de jóvenes, participes de la Historia de la Salvación, protagonistas del desarrollo del Pueblo de Israel, esta constelación de jóvenes ejemplares, se verá completada en uno de los capítulos posteriores, hoy me detengo en algunos de los que son mencionados. Con esto intento darte algunas provocaciones acompañadas de algunas preguntas y reflexiones, que en primer lugar me hice a mí mismo.

Mi primer intención es que leas por ti mismo y descubras esta bella carta que Francisco nos ha escrito con mucha esperanza. Así que si buscabas un resumen detallado no lo encontrarás aquí. En este capitulo, a través de las figuras de jóvenes como José el soñador, Gedeón, Samuel, el rey David, el profeta Jeremías, la sierva anónima de Naamán y Rut, hacemos un recorrido por ejemplos concretos de que abrirse a Dios, decir sí a su proyecto es posible desde la juventud, ya que su plan nos lleva a la plenitud a la felicidad, pues, “la gloria de la juventud está en el corazón más que en la fuerza física o en la impresión que uno provoca en los demás” (ChV 9).

En cambio, las figuras del nuevo testamento, variadas como el hijo prodigo, el joven rico, Mateo, giran en torno a mostrarnos que “la verdadera juventud es tener un corazón capaz de amar” (ChV 13). Esto se expresa cuando nos revestimos del hombre “Joven”, teniendo un aprecio y profundo respeto por nuestros ancianos, no buscando un privilegio por la edad u otros motivos.

En fin figuras del antiguo testamento como José, Gedeón Samuel, el rey David, el profeta Jeremías, la sierva anónima de Naamán y Rut, nos muestran que Dios se comunica a través de nuestros sueños, a buscar desde nuestra juventud ser sinceros y no tener el hábito de edulcorar la realidad, que dejándonos ayudar por el consejo de un adulto podemos abrir nuestro corazón al señor y escuchar su llamada; en pocas palabras, como ya te dije, Francisco subraya que la gloria de la juventud esta en el corazón mas que en la fuerza física o en la impresión que uno provoca en los demás.

Esto es en pocas palabras de lo que habla este primer capítulo de Christus Vivit. Ahora la invitación es que lo sigas leyendo, que motivado por estos testimonios de jóvenes que han abierto su corazón y se han dejado guiar por el Señor, nos atrevamos a seguir más de cerca a Jesús resucitado, el eternamente joven… se me olvidaba que aquí debo dejarle, porque ése es el tema del siguiente capítulo… ¡hasta la próxima entrega!

 

 

Pautas para una reflexión

(Te recomiendo tener el texto a la mano…)

¿Me sigo dejando fascinar por los sueños que tengo? En mis sueños, ¿busco la voluntad de Dios? (Leer núm. 6)

¿Escucho el consejo de mis mayores? Sus consejos, ¿me ayudan a abrir mi corazón a la llamada de Dios?(núm. 8)

Cuando me dirijo a orar al Señor, ¿qué le pido? ¿He pedido alguna vez la sabiduría?

¿Valoro la presencia de los ancianos en mi vida?

¿En qué creo que esta la gloria de mi juventud? ¿En mis fuerzas o mis capacidades? ¿Me preocupo de la impresión que provoco en los demás?

 

Para finalizar con nuestra reflexión, te invito a leer (y a grabar en tu corazón) el extracto del numero 19 y el 20 completo:

“Uno puede pasar su juventud distraído, volando por la superficie de la vida, adormecido, incapaz de cultivar relaciones profundas y de entrar en lo más hondo de la vida. De ese modo prepara un futuro pobre, sin substancia. O uno puede gastar su juventud para cultivar cosas bellas y grandes, y así prepara un futuro lleno de vida y de riqueza interior.

Si has perdido el vigor interior, los sueños, el entusiasmo, la esperanza y la generosidad, ante ti se presenta Jesús como se presentó ante el hijo muerto de la viuda, y con toda su potencia de Resucitado el Señor te exhorta: «Joven, a ti te digo, ¡levántate! »”(ChV 19-20)