Uno de las primeras semanas en mi trabajo cometí un error, un cliente se super enojó y me dijo las cosas de mala manera. Me sentí mal, sentí que no servía para ese trabajo, que no tenía nada para aportar, que tal vez era mejor renunciar… Esa misma semana, me llegó un mensaje de una clienta muy feliz porque había recibido su pedido y le había encantado el cartelito que yo había escrito a mano con su nombre y unas florecitas dibujadas. En otras ocasiones me llegaron más mensajes, y a veces ninguno, ni de queja ni de agradecimiento. Hoy revisando mi error veo que pude darle una solución, y también que sí podía hacer ese trabajo, tenía y tengo mucho para aportar. A veces alguien me lo hará saber, y otras no. Pero lo importante es que yo esté convencida de eso y animada a aprender y crecer. Con esta pequeña anécdota quiero que nos introduzcamos a un tema más profundo: a veces no nos salen las cosas como esperamos, tenemos dificultades o cometemos errores, no tenemos fuerzas y queremos tirarlo todo, nos tomamos muuuuy personal algunas situaciones… Pero lo que sucede de trasfondo es que nos dejamos tentar allí por el desánimo, por el sentirnos inútiles, tristes, desesperanzados… Somos humanos, tener distintas emociones es natural y sano. Sin embargo, no tenemos que dejarnos estar en el abismo, donde nos sentimos solos y sin nada para ofrecer. Es bueno respirar profundo, tomar distancia y pensar más en frío las situaciones. Tenemos que ser más pacientes con nosotros mismos y redescubrirnos en todo lo que sí podemos dar. No nos rindamos en lo cotidiano, y mucho menos en la vida espiritual: En la desolación, no hay que tomar decisiones apresuradas y en la tormenta tenemos que buscar y encontrar la paz en el Señor. Estoy muy agradecida de que tenemos un Padre que nos ama y nos mira más allá de nuestros errores y debilidades, y que él, más que nosotros mismos, sabe todo lo bueno que podemos dar… por ello es paciente y siempre nos espera y acompaña. Volviendo a la historia, encontré la invitación a ser más atenta y atender con una sonrisa a mi cliente enojado. Y también a seguir teniendo detalles con mi cliente feliz. Toda situación es de aprendizaje y crecimiento, si así lo permitimos. En las dificultades tenemos la opción de dejar todo como está, o empezar a abrazar el error y trabajar para transformarlo. Te invito a preguntarte, ¿Qué aprendizaje podes sacar de alguna situación que te esté costando transitar? ¿Cuáles son las tentaciones que te invaden? ¿Cómo podes vencerlas?