Confío, Jesús, en tu Misterio
de salvación que se encarna en mí.
Confío en mi capacidad de
acoger tus invitaciones.
Confío en que todo se dispone
de modo tal para enseñarme a amar.
Confío y por ello
esperaré en Vos,
sin prisas,
sin intentar imponerme,
ni adelantarme,
disfrutando el hoy
mientras se va horneando
a fuego lento
nuestra historia de amor.