Frente al pesebre, pongo ojos y corazón.
Me dejo encontrar por la esperanza de una madre que con dulzura toma al Niño en sus brazos. Me dejo encontrar por el amor que está plasmado en los ojos de José. Me dejo encontrar por la alegría de los Reyes que vienen ansiosos a conocer al Salvador. Me dejo encontrar por la humildad de los pastorcitos, que asombrados y confiados acompañan a la familia de Nazareth. Me dejo encontrar por la luz de la estrella de Belén,que brilla más que siempre para anunciar la buena noticia.
Me dejo encontrar por el niño Jesús, en el que se hacen polvo las tristezas y desesperanzas. Porque nos reaviva con su latir,nos llena de fe con su llegada,nos devuelve la alegría con su niñez y nos enamora con el rostro de Dios.