El amor entre los pares se da en un simbronazo. En un sacudón de corazones se abre una relación.
Comenzar a amar a otra persona es como soltar globos, en donde las inseguridades se esfuman. Allí donde antes no había suelo firme, se consigue estar por entero seguro y auténtico.
El amor respira una libertad que antes no conocía, abre paraísos con un abrazo, unifica alegrías con una sonrisa.
El amor sana cada rincón desconocido y conduce las miradas a un cuento jamás leído.
El amor es allí donde se pone y se juega todo. Es una búsqueda a lo profundo, una exploración que tiene como fin la felicidad.
El amor tiende a amar en la presencia, estar sin límites, sin tiempo ni espacio.
En cuanto encontramos un amor, nos damos cuenta que vive en nosotros una sublime dimensión, la mejor parte: la de amar.
En el amor no se conoce simplemente a un otro; se descubre alguien único, alguien que causa una aventura, es un “otro” hecho un “tú”, es alguien que se vuelve un “nosotros”; alguien que viene a habitarnos el corazón, a robarnos el pensamiento, a motivarnos con una canción, alguien que llega a enseñarnos que la vida es bella en tanto más amemos.