El estudio como servicio y ofrenda

lunes, 21 de octubre de
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Estamos en octubre, mes difícil para todos los que transitamos la universidad, los parciales, las entregas de trabajos, el ir intentado promocionar materias nos abruma. Desde ahora, hasta fines de noviembre para nosotros no hay más fechas que las del próximo parcial o la última entrega. Festejamos los feriados pero no para descansar si no para adelantar lecturas, para terminar de escribir ese trabajo que nos está volviendo locos, y en eso se nos va el tiempo.

Termos y termos de mates, resaltadores gastados, fotocopias y libros que no sólo están en la mesa sino en la cama, en el piso, por todas partes. Parece que no hay tiempo para otra cosa, ni para encontrarnos con los amigos, ni para charlar con la familia, ni para rezar unos minutos, para nada. Pero en medio de esta vorágine diaria, esta bueno darse un minuto, detenerse a pensar y evitar que nuestras responsabilidades nos consuman.

En ese minuto que te estas  tomando para leer esto, te invito a pensar en el estudio como un modo de servir a Dios.  San Ignacio de Loyola creía que el estudio era la mejor forma de servir a Dios, él un soldado herido en batalla entendió que el estudio era una de las maneras conquistar a las almas para el reino. Te cuento esto porque, por ahí,  este modo de verlo aliviana un poco esos ratos de estudio, los dota de un sentido mucho más profundo, les da otro valor.

Entonces, a lo que quiero invitarte es a que  conviertas esta cotidianidad  en oración, a que cuando te levantes y prepares el mate y los apuntes para un largo día de estudio, antes de comenzar puedas tomarte dos segundos para decir “Hoy, todo por vos Jesús”. Al fin y al cabo, es Él el que ve todo tus esfuerzo, el que sabe de tus noches en vela, el que conoce tus crisis de nervios antes de un parcial, es Él el que esta ahí, siempre ahí cerca nuestro, acompañandonos.

Te invito también a pensar  en el estudio como una ofrenda, como algo que después vas a poder regalar a otros. Lo que hoy estudies, lo que hoy hagas es un don que se va a multiplicar cuando te recibas y puedas compartirlo.

Pero también hoy, hay formas de tener presente a Dios aún en medio de esta vorágine. Compartí un mate y escuchá a tu compañero que esta agobiado por todo lo que tienen que hacer, quédate un ratito después de clase a explicarle algo a ese amigo que no entendió,  se amable con la gente que trabaja en la facu, encargate de avisar del parcial o el trabajo que tienen que hacer a los compañeros que no fueron.

Son esas pequeñas cosas que, a veces, parecen insignificantes las que nos convierten en verdadero testimonio del amor de Cristo.  No tenemos que olvidarnos de que somos cristianos todo el tiempo, incluso cuando estamos cansados, cuando las responsabilidades nos corren, porque probablemente nosotros seamos la única forma que tengan algunas personas de acercase a Cristo.

En fin, simplemente te invito a que no dejes que la cotidianidad termine con tu fe, utilizala como una herramienta para fortalecerla y para encontrar con Dios desde otro lugar,  que en verdad todos los hechos, todos los acontecimientos para quien sabe leerlos en profundidad traen un mensaje que en definitiva remite a Dios.