Laura Moyano es cordobesa, tiene 24 años y, como muchos, nunca imaginó a dónde los caminos de la vida la llevarían. Terminó el colegio y trabajó durante un tiempo en un call center. Gracias a su comunidad parroquial, la de Jesucristo Salvador del mundo de Barrio comercial, comenzó a involucrarse en la pastoral de adicciones y en el servicio del Hogar de Cristo.
«Llegué al espacio hace poco mas de un año con la idea de ayudar en lo que sea, desde la limpieza o la cocina pero nunca pensé encontrarme con la vida que hay y se siente ahí dentro» comentó haciendo referencia al centro barrial «Virgen de Lourdes» (ubicado en Barrio Mirizzi) más conocido como «Casita». «Ahí compartimos un acompañamiento especifico a los chicos con problemas de adicción y a sus familias» agregó.
Además, está el espacio «Abrazo maternal» que funciona en la parroquia «donde compartimos almuerzo, talleres y merienda con las mamás que están en situaciones vulnerables».
El «Abrazo maternal» evidenció que muchas mujeres en situaciones vulnerables no tenían dónde vivir, y así nació hace poco una casa residencial de mujeres «Virgen de Lujan». Laura no dudó en renunciar al call para poder dedicarse por completo a su nueva misión: acompañar de cerca, estar y «recibir la vida como viene». Hoy está en el equipo de coordinación del centro barrial y como coordinadora en la casa residencial de mujeres. Haciendo un gran esfuerzo para poder sintetizar semejante experiencia nos lo cuenta:
«La idea de cada espacio es acompañar a caminar recibiendo la vida como viene, ayudarnos a encontrarnos nosotros mismos en la misericordia de Dios. A veces son los mismos chicos los que te escuchan a vos, o se dan cuenta que no andas muy bien y llegan con el mate en la mano y te dicen «tomá un mate y contame». El acompañamiento es mutuo, es un cuerpo a cuerpo ¡somos una familia!. «Familia grande del Hogar de Cristo» no es solo sentarte y escuchar, es más que eso, es ponerte realmente en la piel del otro, que no es fácil. Como en todas las familias, también hay peleas y encontronazos, pero aprendemos a diario de la misericordia y de entender al otro. «El que esté libre de pecado que tire la primera piedra» decía Jesús. ¿ Y dónde está toda la recompensa? Cuando llegas y te saludan con el abrazo y la sonrisa, o cuando uno de los más «peques» te pregunta ¿cómo estas? o te dice que te ama o te abraza. Ahí esta todo, ahí está Jesús vivo hablando y actuando. Lo que hago realmente me llena el alma y los frutos son la sonrisa de los chicos o las charlas que a veces comparto con los adolescentes y me dicen «nunca había hablado esto con nadie, gracias». Se reniega a veces como en toda familia y hay enojos pero a pesar de eso no nos podemos bajar porque esto es lo que sabemos hacer «AMAR». Estoy segura de que encontré mi lugar en el mundo. A la gente le digo que hay que animarse a salir a buscar. Son los hermanos los que están consumiendo en una esquina y no siempre es por diversión o por hacerse ver. Preguntale si esta bien, dale un abrazo. No se imaginan lo sano que es una abrazo, ¡animate a salir!. Y si vos consumís y estás leyendo esta nota, animate a acercarte a algún Hogar de Cristo porque te vamos a estar esperando, como familia, con los brazos abiertos. Se puede, no estás solo».
«La idea de cada espacio es acompañar a caminar recibiendo la vida como viene, ayudarnos a encontrarnos nosotros mismos en la misericordia de Dios. A veces son los mismos chicos los que te escuchan a vos, o se dan cuenta que no andas muy bien y llegan con el mate en la mano y te dicen «tomá un mate y contame». El acompañamiento es mutuo, es un cuerpo a cuerpo ¡somos una familia!. «Familia grande del Hogar de Cristo» no es solo sentarte y escuchar, es más que eso, es ponerte realmente en la piel del otro, que no es fácil. Como en todas las familias, también hay peleas y encontronazos, pero aprendemos a diario de la misericordia y de entender al otro. «El que esté libre de pecado que tire la primera piedra» decía Jesús.
¿ Y dónde está toda la recompensa? Cuando llegas y te saludan con el abrazo y la sonrisa, o cuando uno de los más «peques» te pregunta ¿cómo estas? o te dice que te ama o te abraza. Ahí esta todo, ahí está Jesús vivo hablando y actuando. Lo que hago realmente me llena el alma y los frutos son la sonrisa de los chicos o las charlas que a veces comparto con los adolescentes y me dicen «nunca había hablado esto con nadie, gracias». Se reniega a veces como en toda familia y hay enojos pero a pesar de eso no nos podemos bajar porque esto es lo que sabemos hacer «AMAR».
Estoy segura de que encontré mi lugar en el mundo. A la gente le digo que hay que animarse a salir a buscar. Son los hermanos los que están consumiendo en una esquina y no siempre es por diversión o por hacerse ver. Preguntale si esta bien, dale un abrazo. No se imaginan lo sano que es una abrazo, ¡animate a salir!. Y si vos consumís y estás leyendo esta nota, animate a acercarte a algún Hogar de Cristo porque te vamos a estar esperando, como familia, con los brazos abiertos. Se puede, no estás solo».
https://www.facebook.com/304679416363920/photos/a.304747819690413/1251355631696289/?type=3&theater