María, con su ejemplo de acogida y salida, nos pone de cara a la siguiente pregunta: ¿Cómo acojo el don y cómo lo doy a otros? ¿Cómo es mi vida bendición para otros?
María no se queda regocijandose en el don recibido, en ser la elegida, en espera de reconocimiento sino que humildemente se pone en camino a la casa de su prima Isabel para servirla. Se da y en ese darse da a Dios. Se descentra, asume su pequeñez de humilde servidora y deja a Dios ser el centro, el punto de Encuentro.
Que sepamos acoger la Buena Noticia, confiar y esperar con alegría. Que no esperemos inertes sino siempre en salida porque la Vida nos mueve y nos conmueve.
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