16/01/2019 – Antonella Arguello con otros 10 chicos, de los cuales dos son chilenos, viajaron desde Alta Gracia (Provincia de Córdoba) para participar de la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá. Se reconoce emocionada y bendecida por la experiencia, y antes de subirse al avión, se animó a compartir con nosotros su testimonio de peregrina hacia la JMJ.
Y es que Dios va llamando, y esta vez lo hizo así. Hoy estamos próximos a vivir la experiencia de la JMJ. Ni suerte, ni destino: 100% providencia. Desde lo personal, y me atrevo a decir que compartimos con varios el pensar, no voy en búsqueda de soluciones o respuestas, sino a revolver mi interior para aflorar esas dudas, cuestionamientos que me hagan ir en búsqueda de esas respuestas: ponerme en movimiento. No somos un grupo pre establecido, no somos misionero, aunque la vida misma sea una constante misión. Estamos compuestos por jóvenes que apenas han terminado su secundario, otros universitarios y los más grandes ejerciendo el servicio en la escuela. Fue entre charlas y risas que nos fuimos desafiando a vivir esta experiencia, tal vez comenzó como un juego y un sueño distante, pero terminó en algo concreto. Fue ahí cuando entre rifas aprovechando el mundial comenzamos a recaudar dinero. Luego el típico locro para el 9 de julio, y mientas tanto sumábamos cosas ricas para vender a la salida de las misas. No faltaba el “se ve muy rico, me llevo dos” o el “quedate con el vuelto”. Aprendimos del tipo de cambio, sobre códigos de transferencia al exterior y bancos intermediarios. Todo eso hoy se transforma en un enorme GRACIAS, a quienes se sumaron para darnos la oportunidad de concretar este anhelo. Hoy somos 10 peregrinos con el corazón ardiente y dispuesto a lo que Dios tenga preparado para cada uno, y es que se vale de estas cosas para allanar caminos y reavivar el corazón. Pero ¿Cómo sentirse bendecidos con algo que no sucedió aún? Así, con nuestros familiares y amigos apoyando este anhelo, con gente que sin conocernos se sumo a nuestra causa. Con el Espíritu Santo en medio de las catequesis preparatorias. Con panameños que sabemos nos están esperando para recibirnos afectuosamente. Es un momento para agradecer, para observar, para mantener el corazón disponible a lo que pueda suceder, a como nos pueda moldear, pero sobretodo de ser capaces de ser discípulos misioneros de Dios en este mundo que nos toca vivir, que se desentiende de sus cosas. Cargamos con el gran desafío de ser jóvenes y cristianos en este mundo a desvariado. Dios nos llama y desafía. Que se haga en nosotros según su Palabra.
Y es que Dios va llamando, y esta vez lo hizo así. Hoy estamos próximos a vivir la experiencia de la JMJ. Ni suerte, ni destino: 100% providencia.
Desde lo personal, y me atrevo a decir que compartimos con varios el pensar, no voy en búsqueda de soluciones o respuestas, sino a revolver mi interior para aflorar esas dudas, cuestionamientos que me hagan ir en búsqueda de esas respuestas: ponerme en movimiento.
No somos un grupo pre establecido, no somos misionero, aunque la vida misma sea una constante misión. Estamos compuestos por jóvenes que apenas han terminado su secundario, otros universitarios y los más grandes ejerciendo el servicio en la escuela.
Fue entre charlas y risas que nos fuimos desafiando a vivir esta experiencia, tal vez comenzó como un juego y un sueño distante, pero terminó en algo concreto. Fue ahí cuando entre rifas aprovechando el mundial comenzamos a recaudar dinero. Luego el típico locro para el 9 de julio, y mientas tanto sumábamos cosas ricas para vender a la salida de las misas. No faltaba el “se ve muy rico, me llevo dos” o el “quedate con el vuelto”. Aprendimos del tipo de cambio, sobre códigos de transferencia al exterior y bancos intermediarios. Todo eso hoy se transforma en un enorme GRACIAS, a quienes se sumaron para darnos la oportunidad de concretar este anhelo. Hoy somos 10 peregrinos con el corazón ardiente y dispuesto a lo que Dios tenga preparado para cada uno, y es que se vale de estas cosas para allanar caminos y reavivar el corazón.
Pero ¿Cómo sentirse bendecidos con algo que no sucedió aún? Así, con nuestros familiares y amigos apoyando este anhelo, con gente que sin conocernos se sumo a nuestra causa. Con el Espíritu Santo en medio de las catequesis preparatorias. Con panameños que sabemos nos están esperando para recibirnos afectuosamente.
Es un momento para agradecer, para observar, para mantener el corazón disponible a lo que pueda suceder, a como nos pueda moldear, pero sobretodo de ser capaces de ser discípulos misioneros de Dios en este mundo que nos toca vivir, que se desentiende de sus cosas. Cargamos con el gran desafío de ser jóvenes y cristianos en este mundo a desvariado. Dios nos llama y desafía. Que se haga en nosotros según su Palabra.