Jóvenes argentinos dieron una cálida bienvenida al Papa Francisco tras misa nacional

jueves, 24 de enero de

24/01/2019 – “¡Toma mate, el Papa toma mate, el Papa toma mate!”, cantan los jóvenes argentinos en las calles y plazas de Panamá, sede de la Jornada Mundial de la Juventud 2019. Es parte del “lío” argentino que también se sintió durante la misa nacional que celebraron este miércoles 23 de enero en la parroquia Nuestra Señora de Lourdes.

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Más de 2.500 peregrinos y voluntarios de todas partes del país participaron de esta Eucaristía presidida por el arzobispo de Salta, monseñor Mario Antonio Cargnello, y concelebrada por el obispo auxiliar de Merlo-Moreno, monseñor Oscar Eduardo Miñarro, y por el obispo de San Miguel, monseñor Damián Nannini, junto con más de medio centenar de sacerdotes. Estuvieron presentes, además, el embajador argentino en Panamá, Marcelo Lucco, y su familia; la encargada de negocios, Vanesa Romani, y el cónsul, Lucas Ojea Quintana.

“Los jóvenes no están paralizados, son el centro de nuestra Iglesia y sociedad”, afirmó monseñor Miñarro en la homilía, y lamentó que, a veces, los jóvenes queden relegados en las pastorales de juventud.

El obispo recordó que el papa Francisco “invita a los jóvenes a que pasen adelante, a que sean protagonistas, que sean el centro de las pastorales, porque tienen mucho para hacer y no vemos que tengan las manos paralizadas”, dijo refiriéndose al pasaje del Evangelio sobre la curación de un hombre en un sábado.

Las manos son símbolo del hacer y son expresión de sentimientos”, explicó y aseveró: “En la Argentina hay gente que quiere paralizar nuestras manos”. “Hay veces que, por el miedo, nuestras manos se paralizan y no expresamos nuestros sentimientos, no cuidamos la vida”, continuó y detalló, también, sobre diversas cosas que las inmovilizan. “A veces estas posturas ideológicas complicadas nos quieren paralizar, a veces situaciones económicas difíciles, situaciones que vivimos en la familia, situaciones duras, fuertes”, detalló.

Sin embargo, “Jesús nos invita a que nuestras manos se puedan abrir para encontrarse y poder trabajar con ellas y expresar muchos sentimientos”, añadió.

El obispo advirtió sobre “los fariseos, los que tienen una mirada acusadora, que tienen el corazón paralizado, que es peor que tener las manos paralizadas”. “Pero también está la mirada de Jesús que lo rehabilita, que lo hace visible, que lo considera persona, y que le quiere dar un montón de posibilidades”, destacó.

Por eso, monseñor Miñarro animó a “volver a nuestro país con una mirada que ayuda a los demás a ponerse en movimiento, a descubrir que no hay parálisis para los jóvenes, a descubrir que podemos estar en el centro de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad”.

“Una sociedad que -muchas veces- apuesta por la muerte”, lamentó y agregó: “Nosotros decimos que no queremos apostar por esa parálisis, queremos apostar por la vida”.

“Y ¡cuántas veces por anunciar a Jesús nos quieren sacar del medio!”, exclamó e interrogó a los jóvenes: “¿Vamos a tener miedo por eso? ¿Vamos a paralizar nuestra boca para anunciar a Jesús? ¿Vamos a paralizar nuestras manos para evitar el abrazo y el encuentro fraterno?”.

Finalmente, invitó a que cada uno “sea presencia cercana y de comunión para que podamos decir sí a la vida, sí a la amistad, sí a todo aquello que el Papa nos anuncia de Jesús para tener vida plena”, concluyó.

Al finalizar la celebración, los jóvenes recibieron al Santo Padre, quien pasó en su papamóvil por la puerta de la iglesia, de camino del aeropuerto a la nunciatura apostólico.