La Palabra de Dios una eterna primavera

jueves, 1 de octubre de
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La Palabra de Dios es una eterna primavera. En Ella, la vida está latente en cada página. Mientras la leemos vamos vislumbrando en nuestra alma la esperanza que se renueva y la paz que toca suavemente lo más hondo del corazón.

Nuestras vidas a menudo están en una estación personal muy íntima.

Logramos experimentar lo fuerte que quema el sol exteriormente, pero, en nuestro interior podemos estar atravesando un pleno invierno, sintiendo el frio que hiela nuestro ser. También, somos capaces de notar en nuestro interior, la lluvia fresca y ventosa del otoño que poco a poco va llevándonos al invierno.

El Espíritu Santo es el Jardinero experto, el Único que hace florecer y reverdecer la vida en cada estación. Él, es un Jardinero lleno de paciencia, cariño y experiencia, por eso es que debemos invocarlo con toda nuestra fe –aunque a veces ésta esté un poco debilitada- para que desde la Palabra, el Jardinero vaya descubriendo en nuestras almas, la vida, la esperanza y la paz.

La Palabra de Dios es una eterna primavera. No importa qué estación estemos transitando (interior o exteriormente), es el Espíritu Santo, el Jardinero experto, quién nos va revelando la novedad de una esperanza confiada, de una vida plena, de una paz perdurable y de una alegría verdadera.

Con nuestra perseverancia en la lectura diaria de la Palabra, conquistamos al Jardinero experto, Él está siempre dispuesto a sacar las mejores flores de la primavera que se nos manifiesta en la Sagrada Escritura.

La Palabra de Dios es una eterna primavera, Ella, ilumina y reconforta nuestras almas sedientas de Vida.

 

Carolina Lizárraga, SSpS