Las escondidas

viernes, 4 de enero de
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Este tiempo de vacaciones creo que es una buena oportunidad para compartir, para pasar tiempo con nuestras familias, amigos, para hacer un parate, reflexionar, hacer orden y muchas otras cosas más. Sin embargo creo que es necesario un tiempo para la aventura.

Durante el transcurso del año nos queda poco tiempo para la aventura y si nos ponemos a pensar no necesitamos mucho para eso. A veces creemos que se necesita dinero,  irnos a un lugar a explorar o a un parque de diversiones… Pero si nos alejamos un poquito del “afuera” podemos entrar en la aventura hacia nuestro interior.

Y en este viaje nos encontramos con un huésped que le gusta jugar a las escondidas, en lo más profundo de nuestro interior Él nos habita y dichosos aquellos que allí lo encuentran escondido. O dichosos los que se esconden donde se esconde.

Creo que el alma que hace carne esto, lo tiene todo y es inmensamente feliz ya que descubre al tesoro más  grande que existe, en su interior. Aquella que tras su aventura toma conciencia de ser habitada por Dios y que vive unida a Él en una comunión de amor.

“Una alma que vive escondida en el amor no puede más que amar y más amar”. En esto me viene enseñando mucho una amiga nueva que tengo, Santa teresa de Jesús, ella como otros tantos santitos se han animado a la más grande de las aventuras, aquella que nos sumerge en este misterio de amor de ser habitados por Dios.

Y para comenzar este viaje creo que lo único que necesitamos es querer emprenderlo, y todo el resto dejémoslo a ese huésped amoroso que nos va a ir llevando por sus caminos.

Que Dios nos la gracia de un tiempo para la aventura pero no sólo en las vacaciones sino que podamos disfrutar de jugar con Él cada día. De escondernos donde se esconde o de dejarnos encontrar o encontrarle. Que no vivamos distraídos y dispersos por las cosas del mundo y nos enseñe a vivir escondidos en Él.

María José Catalano