María, cuanto me cuesta volver la mirada hacia vos, pensarte, rezarte… aunque se que estás ahí, sos madre, eso me da la certeza.
Lo miro a Jesús y se que vos estás ahí… “estás”… como toda madre al lado de su hijo, y más aún…
Tu presencia me inquieta, quisiera poder amarte más, darte un lugar privilegiado en mi vida… vida que no es mía.
María, Madre de Jesús y de TODOS, acompáñame y llévame a Él, y enséñame cómo se hace para llevar a Jesús en el silencio, sostenida por la oración.
Quiero caminar esta semana de tu mano, para poder mantenerme en pie… te pido me alcances esa Gracia de Jesús.
María, madre mía, ruega por mí.