Señor, aquí estoy, deseosa de vivir.
He de tirar al hogar encendido
las estructuras que me esclavizan.
Arderá, Señor, la rigidez que
me impide dejar a la Vida irrumpir
Aquí estoy, Señor
con el alma de rodillas
consciente de mi pequeñez
agradecida de tu misericordia.
Me esperanza tu amor que sana.
Siempre serás como agua escurridiza
entre mis manos.
Jamás podré retenerte ni guardarte
mezquina y cómodamente
en mí y para mí.
Toda mi vida lucharé
por dejarte vencer.
Jamás se apagará esta hoguera
Siempre será tu amor braza encendida
en el fondo de mi alma.
Aquí estoy, Señor,
para dejarme hacer.