Agustina Rodríguez es Rafaelina, estudió Gestión Ambiental, y en el 2019 decidió dejar su trabajo para dedicarle un tiempo específico a la misión. Desde Angola nos envía su testimonio:
Desde siempre resonó en mi corazón la Misión Ad Gentes, el dejar todo lo conocido para estar al servicio de los hermanos que más sufren. Después de rezarlo y hacer un camino de discernimiento personal y dentro del grupo de formación de Iglesias Hermanas en el mes de enero llegué a la Diócesis de Lwena, Angola. Lo más fuerte de esta experiencia misionera Ad Gentes es descubrirme unida a cada una de estas realidades tan dolorosas. Dicen que en África no hay dos días iguales, y es muy cierto, cada día es un nuevo desafío de llevar a Jesús a comunidades que nunca escucharon hablar de Él. Somos testigos del amor, un amor verdadero, sin fronteras ni barreras culturales, un amor que no sabe de odios ni de superioridades, un amor que nos quieren hacer creer que ya no existe.
Desde siempre resonó en mi corazón la Misión Ad Gentes, el dejar todo lo conocido para estar al servicio de los hermanos que más sufren. Después de rezarlo y hacer un camino de discernimiento personal y dentro del grupo de formación de Iglesias Hermanas en el mes de enero llegué a la Diócesis de Lwena, Angola.
Lo más fuerte de esta experiencia misionera Ad Gentes es descubrirme unida a cada una de estas realidades tan dolorosas. Dicen que en África no hay dos días iguales, y es muy cierto, cada día es un nuevo desafío de llevar a Jesús a comunidades que nunca escucharon hablar de Él.
Somos testigos del amor, un amor verdadero, sin fronteras ni barreras culturales, un amor que no sabe de odios ni de superioridades, un amor que nos quieren hacer creer que ya no existe.
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