Necesito hablarte mi Señor, mi Dios.
¿Qué quieres de mi?
Me doy cuenta, cada vez más, de tu infinita grandeza y bondad.
Cada día con besos y caricias, dulce y amargo, agregas amorosamente a mi infinita pequeñez, un grano de tu infinito. En cuanto a mí, estoy dispuesto a ofrecerte todo. Sin embargo, tienes otros proyectos para mí.
Aquí estoy.
Como un niño que aprende a caminar, en los brazos de la hermosa Madre, quiero escalar tu montaña, entre pétalos y espinas, para alcanzar un día la cima; donde no hay pecado ni sufrimiento, sino solo Tu Amor Infinito.
¡Aquí estoy, ya voy!
Siervo de Dios Matteo Farina