Que no bajemos nunca los brazos, aunque pareciera ser que maten la esperanza. Que sigamos creyendo, a pesar de que a la fe la transformen en una feria de facilidades y conveniencias. Que sigamos amando, a pesar de que al amor lo vistan de elegancia encubriendo la metira, y a pesar de que lo guarden en un rincón oscuro de la casa.
Que reflexionemos, a pesar de que a la mente nos la traten de manipular con un millón de novedades. Que contemplemos a pesar de que nos limiten y oscurescan la mirada. Que jamás callemos ante la injusticia, que no nos permitamos que la corrupción se nos vuelva algo normal. Que a pesar de los fracasos y caídas por la verdad, sigamos caminando y buscando allí donde ya nadie se atreve, allí donde todos temen llegar.
Que sigamos rezando, a pesar de que a Dios no lo encontremos, y hayamos perdido su experiencia. Que siempre nos atrevamos a encontrarle a todo una razón, un sentido. Que la guerra sea la última e inconcebible opción. Que la paz sea nuestra aspiración y construcción.