Noche de la caridad: “cuando uno ve a Jesús ahí, ya sabe a dónde irlo a visitar”

martes, 28 de mayo de

28/05/2019 – Morena Girotti llegó a Capital Federal hace 5 años para estudiar  la Licenciatura en Economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Nunca había visto a personas en situación de calle, como una realidad concreta y visible en lo cotidiano. Nunca tampoco se imaginó que encontraría allí a Jesús pobre y que ellos se convertirían en sus amigos.

En algunas pocas líneas nos cuenta su testimonio en la Noche de la Caridad y lo que este apostolado le despertó en el corazón.

 

“Nuestra tarea esa noche era ir a mirarlos a los ojos, hacerlos sentir personas”

Cuando me mudé a vivir a Capital para estudiar, comencé a reunirme con los universitarios de mi diócesis (Mercedes-Luján) miércoles de por medio, teníamos encuentros de reflexión, o de oración, que organizaban los seminaristas que estaban a cargo de la Pastoral Universitaria.

Muchos de nosotros notábamos que a veces era bastante tiempo sin vernos y que, en general, estábamos acostumbrados a hacer más actividades, por lo que surgió la idea de compartir los miércoles restantes una actividad en salida, de caridad. Por lo que fuimos a hacer “noche de caridad” en una parroquia que se llama San Agustín.

Todavía recuerdo las enseñanzas que Nicolás, un señor que coordinaba esa actividad, nos dio. En general iba él, con algunas señoras, pero recibían grupos para hacer experiencia. Las señoras de la liga de madres, donaban lo necesario: sándwiches, sopa, jugo, huevos.

La verdad que realmente a uno le llama la atención cuando llega a la Capital, porque en ciudades más chicas no se ve gente en la calle. Muchos teníamos grandes inquietudes. Y cada quien lo resuelve como puede. Para mí, acercarme desde ese lugar, que después me ayudó a acercarme siempre, era un buen comienzo.

Retomando, Nicolás nos enseñó que en general la gente en Capital camina y ni mira si en la calle hay una persona o una caja de cartón. Entonces nuestra tarea esa noche era ir a mirarlos a los ojos, sólo eso. Hacerlos sentir personas. Cuando hablas con alguien en general te mira a los ojos. Ellos muchas veces no hablan durante el día con nadie. Entonces íbamos un poco a devolverles la dignidad que la gente les quita. Teniendo bien presente que para Dios somos todos iguales en dignidad.

Por otro lado, lo que ellos nos compartieran, era su verdad, y no había nada que cuestionar. Todos cuando contamos algo, lo hacemos desde nuestra perspectiva. Por eso, considerarlos un igual implicaba, creer lo que nos dijeran aunque nos pareciera imposible.

Y lo más importante: tener la certeza que Jesús había elegido quedarse ahí, en los pobres, en los excluidos, en los marginados. Que Él aseguró que cada vez que lo hicimos al más pequeño de nuestros hermanos, a Él se lo hicimos. Por ende, que tengamos los oídos bien atentos porque al que íbamos a ver y a escuchar era a Jesús, que nos iba a hablar a través de cada uno de ellos.

Tiempo después cambié de grupo y comencé a hacer noche con la Pastoral Universitaria de Buenos Aires. A partir de ahí, y hace casi cuatro años, casi todo los lunes, voy a visitar a quienes hoy ya son mis amigos. Volver cada semana, y charlar de cómo estuvo la semana y el finde, hace que vaya generándose una amistad. Ellos también se preocupan mucho por cómo van nuestras vidas, nuestros estudios, trabajos, familias.

Ciertamente no es como visitar a cualquier otro amigo, porque aunque deberíamos verlo en todos, cuando uno ve a Jesús ahí, ya sabe a dónde irlo a visitar. Y también lo mueve muchísimo a uno, a visitar no sólo a quienes duermen en “nuestro recorrido”, sino a cada persona que uno ve en situación de calle. Esa es otra lección que aprendí, son personas en situación de calle, tan simple como eso. Y es una situación, que podemos acompañar.