Desde el pesebre de Navidad nace una esperanza nueva. En la sonrisa de un Dios que es niño se asoma, frágil, la luz del Reino.
Un niño Dios que necesita cuidados, caricias, atención. Una esperanza nueva que crecerá con el esfuerzo de todos.
Una madre atenta, dispuesta para lo que Dios pide, que no vacila en decir sí y entregar la vida entera.
La Madre, del Señor y Madre nuestra. María de Nazareth, camino que conduce al Padre. Dios que nace en un pesebre, olvidado, a la intemperie. Recordándonos su presencia entre los pobres que sufren.
Navidad, el signo de un Dios que se hace pobre para llamar al Reino desde los olvidados del mundo.
¡Alégrense: pastores, campesinos, obreros de todo tiempo! Llegó la Buena Noticia, que empiece la Fiesta, en medio del pueblo. La liberación esperada ha dejado de ser sueño. Empezó a ser realidad la semilla del mundo nuevo. Cantemos con alegría, unamos voces y manos.
Vamos a ver al Dios vivo, festejemos su nacimiento. Desde el pesebre de navidad, un grito surge, de aliento,
Dios está con nosotros, marchemos hacia su encuentro. El Dios que nace es un niño necesitado y pequeño, que requiere nuestra entrega para hacer crecer el Reino.
Navidad, como María, contemplar desde el silencio, el misterio de Dios hombre, que nos convoca a cambiar, a vivir para los otros, a construir en el mundo el inmenso sacramento de la presencia de Dios que nos contagia su aliento.
Un Dios que llega a los hombres que se hace hermano nuestro.
Amén
Auto desconocido